martes, 13 de junio de 2006

Psicodelia

La palabra "psicodelia" es un neologismo inventado por el científico Humphrey Osmond y está basada en dos raices griegas: psyché quiere decir "alma", y délomai quiere decir "manifestar". Así pues, se trata de la experiencia de manifestaciones del alma, o manifestaciones del espíritu.
No es incoherente remitirse al griego para dar nombre a la experiencia, puesto que como señalan Carl A. P. Ruck (historiador clásico), Gordon Wasson (etnomicólogo descubridor de las prácticas con hongos en la sierra Mazateca) y Albert Hoffman (químico sintetizador del LSD), los llamados "misterios de Eleusis" podrían haberse tratado de experiencias psicodélicas inducidas por el hongo claviceps purpurea. Hoy en día está bastante aceptado el uso de la poción griega "Kykeon" edulcorada con psicodélicos, no solo en el templo de Eleusis, sino durante los primeros 300 años de tradición cristiana hasta que la poción fue sustituida por el placebo del vino y la hostia. La que sí está clara es la práctica milenaria en México con el cactus peyote y con las setas del género psilocibe, y en la Amazonía con la Ayahuasca, además de en Siberia con Amanita Muscaria, misma seta que probablemente sirvió de inspiración a Lewis Carroll para escribir "Alicia en el país de las maravillas", el origen perdido de las tradiciones nórdicas sobre enanitos y hadas, nuestro pasado como europeos...
De momento analizaremos brevemente y de modo meramente divulgaotorio las plantas más importantes y posteriormente se intentará describir de algún modo sus efectos. Dada su increible variedad, se tratará de estudiar únicamente las más comunes para despues converger sobre unos caracteres comunes a los efectos de las mismas:
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Sustancias:
- Setas del género psilocibe: el responsable químico principal de los efectos que estas setas desencadenan es una molécula llamada psilocibina (que es una triptamina). Dicho compuesto es transformado por nuestro organismo automáticamente en psilocina, que actúa como un neurotransmisor cerebral, como la serotonina o la dopamina. El mero hecho de que en el reino fungi crezca una seta que contiene un neurotransmisor humano resulta ya especialmente extraño. Dichas setas crecen en una gran parte de la superficie del planeta (en España crece la psilocibe semilanceata, como las de la derecha), aunque las variedades son distintas, y sus efectos difieren asimismo en sutiles matices. La variedad de mayor uso tradicional y actual es la psilocibe cubensis mexicana. Actualmente su comercio está prohibido.
- LSD: se trata de un acrónimo de "dietilamida de ácido lisérgico" (en alemán). Fue sintetizada por el químico Albert Hoffmann a partir del ergot u "cornezuelo del centeno", que es un hongo. Se trata de una triptamina, al igual que la psilocibina, así que su caracter es parecido, aunque mucho más fuerte y de mayor duración que ésta. Su uso se puso de moda en los años 60 entre la generación hippie y fue prohibido por la Administración americana como modo de acabar con esta generación. La lucha contra la psicodelia se ha centrado frecuentemente en la lucha contra el LSD porque es una sustancia muy fácil y barata de fabricar, y se puede distribuir masivamente, dado lo minúsculo de su dosis.
- Cactus que contienen mescalina: sólo hay dos: el peyote (lophophora williamsii), y el san pedro (trichocereus pachanoi). El compuesto químico es la mescalina, que es un compuesto distinto de las triptaminas presentes en las setas. Su consumo también estuvo de moda durante los años 60, y por la misma razón fue prohibido. Actualmente tan sólo se permite en EE.UU a la llamada "Native American Church", formada por personas con al menos un 25% de sangre india, que utilizan peyote en sus ceremonias. Además de prohibido, el peyote se encuentra en peligro de extinción.
- Plantas que contienen DMT: las plantas con contenido de DMT son una multitud (Mimosa Hostilis, Psychotria Viridis, Diplopterys cabrerena...) . En realidad incluso el ser humano lo contiene y fabrica, y esta es una de las razones de la eficacia de la meditación, ya que al parecer cuando el cerebro pasa a emitir ondas alfa, incrementa la producción de DMT natural, lo que facilita alcanzar estados alterados de conciencia. Para su consumo oral es necesario ingerir antes o mientras tanto un inhibidor de la MAO, porque de otra forma el DMT es destruido por unas enzimas de nuestro estómago. La mezcla de plantas necesaria para que funcione se llama Ayahuasca o yajé. El DMT también es consumible fumando su extracto, y esta es, conforme a McKenna, la sustancia que produce una experiencia más alejada de la realidad consensual de todas las anteriormente citadas, además de una de las más cortas.
- Además de todas las anteriores, hay muchas otras como la poderosísima Salvia divinorum (que por algún tipo de despiste del legislador siguió siendo legal hasta 2003), la Amanita Muscaria (de menor uso por la facilidad con que se confunde con especies mortales de amanitas y lo divergente de sus efectos), la Argyrea Nervosa y la Ipomea Violacea (que contienen LSA y fueron un sustituto para los hippies tras la prohibición del LSD) y un sinfín más, menos conocidas.
La prohibición desde los años 60 de casi todas estas plantas provino de EE.UU y de la DEA ("Drug Enforcement Act"). Era en dicho país donde la cultura underground aspiraba a amenazar el sistema con más posibilidades de éxito, y el conocimiento que estas sustancias proporcionaban resultaba subversivo y peligroso, especialmente porque reducía los ánimos belicistas de un país que estaba en plena guerra de Vietnam. De todas formas, la oposición masiva a dicha guerra por la generación hippie fue tan solo la punta del iceberg del enfrentamiento ideológico de aquella época. El gobierno atacó con todos sus medios a los díscolos que pretendían amor, individualidad, creatividad, libertad, desarrollo libre de la mente y del espíritu (y también a sus "locos seguidores"). Y entre estos métodos, figuraba la destrucción de sus elementos culturales, rituales e iniciáticos, del mismo modo que los romanos vencieron en su día a los celtas asesinando a la totalidad de sus druidas, pozos de su sabiduría, cultura, nexos de unión..., y del mismo modo que hoy aquellos a los que se llama "radicales", o "violentos", destruyen McDonalds y bancos, símbolos culturales e iniciáticos de la cultura occidental (téngase en cuenta que muchos niños recuerdan sus primeros cumpleaños en McDonalds con el ser de la derecha, más horrible que el de Stephen King. Imagínenlo como su primer recuerdo y comprenderán a los radicales). Algunos movimientos de la época, como el "Black Panthers Party", fueron incluso exterminados "físicamente".
En el caso de las plantas psicodélicas, no ha sido posible alegar ninguna razón lógica para su prohibición, puesto que ni son adictivas, ni pueden causar la muerte, ni propician comportamientos violentos sino más bien todo lo contrario. Tim Leary ya llamaba la atención sobre el hecho de que "el LSD es una sustancia que produce comportamientos psicóticos en las personas que no lo toman". El único motivo alegado por los prohibicionistas es que pueden causar la locura. Efectivamente, pueden desencadenar la locura si se entiende por locura un comportamiento distinto del cultural dominante, o con ínfimas posibilidades desencadenar una tendencia psicótica preexistente en el individuo. Pero hay infinitos ejemplos de causas que tambien pueden desencadenar transtornos y que no se persiguen tanto: explotación laboral, despidos, divorcios o matrimonios, discriminación en la escuela, ver demasiada televisión, hacerse friki de algo...
En todo caso, lo que más locura causaba en los 60, más destrucción de la psique, más suicidios, más asesinatos, era precisamente... ¡la guerra de Vietnam! Se puede plantear por tanto una interesante dicotomía: si la guerra propicia comportamientos violentos, muerte, destrucción y locura, y las plantas psicodélicas propician locura y al mismo tiempo un terrible deseo de paz y amor, ¿cuál de las dos prohibimos? La solución por la que se optó fue clara: prohibimos las drogas, puesto que la guerra es buena porque aumenta la demanda de armas, petróleo y fármacos y así levanta al país y de paso hace ricas a las mismas corporaciones que financiaron las dos campañas electorales de Mr. Bush. Tales corporaciones son Dios en la tierra, puesto que dan a cada cual lo que más le falta: al soldado en guerra le dan armas para herir, al herido le dan fármacos para curarse y a los dos petróleo para que corran por la selva o el desierto huyendo o persiguiéndose según les toque. En cambio, si se quedaran en casa abrazándose en medio de un viaje con mescalina ni consumirían petróleo, ni fármacos "legales" ni armas. Por tanto el sistema de crecimiento a toda costa exige que se mantenga a la gente en movimiento, enferma y de ser posible peleando.
Y hasta aquí la parte materialista de mi exposición.
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La experiencia psicodélica se acerca en la práctica a aquello que en la teoría se ha comenzado a esbozar al principio de este blog. De hecho se acerca especialmente a las teorías de David Bohm sobre el orden implicado y de Rupert Sheldrake sobre los campos morfogenéticos y a otras teorías físicas modernas, como señaló Alan Watts. También se acerca a la filosofía tradicional hinduista y budista, así como a la mesoamericana, que trataremos próximamente. De ahí que la psicodelia se trate en bloque con todo lo demás, porque es el mismo tipo de trascendentalismo.
Además de visiones similares a lo que le sucede en la piel al de la izquierda, quizás el fundamento más evidente es una visión unificada de "mente" y "materia", además una no distinción esencial en un todo unificado. En lógica consecuencia, como todos somos partes de un todo, no tiene sentido atacar a otra persona, a una mosca, o a un trozo de metal tirado en el suelo, y los pensamientos que se vierten a la totalidad no son algo abstracto invisible e inexistente, sino muy real. Experiencias sinestésicas demuestran por ejemplo que los sonidos se pueden ver (la música crea ambientes visuales); el tiempo por su parte deja de existir en el sentido en que solemos entenderlo, y la sensación es de encontrarse en un único momento constante, como se ha teorizado en el campo de la ciencia y de la filosofía zen, se trata de una iluminación mística en la que el viajero descubre que la existencia es en el ahora. Por otra parte, la visión y conciencia de uno mismo se disuelve hasta establecerse una clara separación entre el "yo" y "ese que yo me he inventado", o incluso hasta la propia pérdida del yo. Toda la elaboración psicológica sobre el ego y sus máscaras es así perceptible "en primera línea de fuego" (naturalmente a altas dosis, lo demás son chorradas).
Estos estados alterados de conciencia o, mejor, como decía Castaneda: "estados de conciencia no ordinaria", distan mucho de ser simples alucinaciones subjetivas. El nuevo "lugar" en el que se está no es muy diferente para los participantes, siempre que se hallen en un mismo estadio perceptual. Si un color nuevo aparece en el ambiente, es habitual que todos lo perciban, al menos con ciertas sustancias. La realidad a la que se accede es "objetiva" en el sentido de que existe independientemente del hecho de que se haya ingerido o no una de las sustancias anteriormente mencionadas; por lo menos tan objetiva como la "consensual" (si es que la consensual lo es). Lo que ha cambiado es el funcionamiento del propio cerebro: la percepción.
Aldous Huxley (El autor de "Un mundo felíz") se remitía al romántico Blake cuando escribió "las Puertas de la Percepción" en 1954 sobre sus experiencias con Mescalina. William Blake había escrito un siglo atrás: "Si las puertas de la percepción fueran abiertas el hombre percibiría todas las cosas tal como son". En honor a este libro, a este poema y a lo que quiere decir, surgió el grupo de rock psicodélico "The Doors". Ver las cosas tal como son no es otra cosa que el "conocimiento silencioso" de Carlos Castaneda y la "libertad total" de Krishnamurti, de los que se hablará posteriormente, conocimiento y libertad accesibles en todo caso sin necesidad del uso de estas plantas, que en realidad solo actúan como catalizadores perceptivos del "más allá".
















¡Mírame!, te estoy abriendo las puertas de la percepción. You are lost, little girl...
Uno de los puntales del nuevo paradigma era la caida del representacionismo materialista, es decir: el fin de la idea de que la realidad es lo que vemos. La percepción se ha demostrado completamente subjetiva. La elaboramos de niños, cuando nuestro cerebro filtra demasiados datos y ha de seleccionar aquéllos con los que se queda para sobrevivir. Nos es enseñada por los padres, por los amigos, por las paredes y los cuchillos afilados. Un niño no percibe el mundo como nosotros; por eso no se tienen recuerdos anteriores a una cierta edad: porque la percepción cambió en su momento. Una posibilidad es que la experiencia psicodélica devuelve por lo menos retazos de dicha percepción. Veíamos por ejemplo que el psicólogo Piaget afirmaba que los niños no tienen conciencia de un tiempo lineal hasta que lo aprenden. Esa conciencia desaparece de nuevo en el estado alterado de conciencia. Por lo tanto: ¿es realmente un estado "alterado", o más bien lo "alterado" es nuestra percepción habitual de las cosas?. La sensación habitual de toda persona que accede a dicho estado es la de haber despertado por primera vez de un largo sueño, de ver las cosas como son y de ser realmente él, fuera de las capas del ego.
Aislando la experiencia de desestructuración del ego que puede llevar a que la persona no recuerde quién es, "qué" es o incluso si "es" o "no es", resulta interesante resaltar aquí (se hará más tarde también), que la parte "visual" de la experiencia psicodélica muestra inmediatamente motivos de una creatividad y perfección abrumadora. Círculos, triángulos, fractales, caras, simetría, ojos, fibras luminosas, sombras, máquinaria desconocida, entidades... Tal fuente de creatividad puede hacerse corresponder perfectamente con el "orden implicado" de David Bohm, o mejor: la fuente creativa de todo cuanto conocemos. Lo que uno ve, como dice McKenna, no ha sido visto jamás por ningún hombre, ni tampoco volverá jamás a ser visto. Es este el sentimiento de trascendentalidad que producen. Resulta imposible creer que todo aquello es imaginado, puesto que la mente va más lenta que el viaje en sí, va a rastras de lo que sucede, que no son sino centenares de obras de arte efímeras e irrepetibles sucediéndose visual, auditiva o sentimentalmente a cada segundo. El hecho de que aquello exista flotando por ahí lleva a dudar de nuestra verdadera capacidad creativa al dibujar cosas parecidas, como ésta de Salayuth, bastante representativa de una visión de psilocibina:
Las visiones no están influenciadas por ningún tipo de vivencia o imaginación personal, puesto que los motivos son comunes a cualquiera (especialmente en el caso de la Ayahuasca, donde si un dragón sale de la hoguera, se acojonan todos al mismo tiempo, al parecer). Pero también debido al testimonio arquitectónico mesoamericano, evidentemente influenciado por las visiones de mescalina y, especialmente, de setas psilocibe, como han puesto de relieve Hoffmann o Wasson, por ejemplo. Toda la creatividad de la arquitectura americana procedió en su día de un estado no ordinario de conciencia acrecentada. La idea es que hace miles de años las personas eran capaces de presenciar un espectáculo de luz y sonido infinitamente más complejo que la actual Las Vegas o los anuncios de Movierecord...
... Y la conclusión, que nos introduce prematuramente en el siguiente post, es que "algo más sabrían".
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De esta fuente eterna de creatividad ha surgido siempre música, pintura, poesía, teatro, cine, ideología, sociedad, costumbres, tecnología (sin estas sustancias, el windows media player no sería lo mismo)... toda una nueva cultura, un movimiento vanguardista del que todavía vivimos y que considera el materialismo capitalista como algo inferior que obstaculiza el crecimiento personal, algo a superar, pasado ya. Los ideólogos de los 60 fueron exterminados ya por el Gobierno estadounidense, pero dejaron una impronta: pusieron un pie en el nuevo mundo; sólo queda arrastrar el cuerpo hasta allí (Naturalmente no me refiero a las masas de hippies que solo deseaban sexo fácil. Reducir el movimiento contracultural de los 60 a eso es como pretender que todo aquel que mire un escaparate por la calle sea un ideólogo del sistema capitalista y sostenga con sus argumentos el actual paradigma racionalista-mecanicista).
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Si se quiere más, acúdase a los siguientes libros, aunque volveremos sobre el tema:
- Antonio Escohotado. Historia General de las drogas.
- Wasson, Hoffmann, Ruck. El camino a Eleusis.
- Aldous Huxley. Las puertas de la percepción.
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Lo ideal es utilizar el mayor compendio on-line sobre alteradores de conciencia (www.erowid.org) y a continuación adquirirlos (www.shayanashop.com), mientras todavía se pueda. 










1 comentario:

Anónimo dijo...

Terence McKenna was a great man. A couple of videos which showing interviews with him, you can find on youtube.