miércoles, 23 de agosto de 2006

Ciencia vs Realidad. Unas palabras sobre el método científico

La ciencia. Sí amigos, la ciencia. Los científicos, esos observadores objetivos que utilizan el método científico para confirmar de modo concluyente y definitivo grandiosas teorías. Los científicos, esos expertos que no tienen prejuicio alguno al recopilar información y que derivan lógicamente verdades de sus objetivas observaciones, descartando imediatamente aquellas que se muestran irracionales al ser falseadas aunque les duela perder sus propias teorías, sí esos "übermenschen" de la época actual. Los científicos: esos simpáticos amiguitos que con una probeta en una mano, un bloc de notas en la otra y una sesuda expresión detrás de sus lentes, nos hacen cada día la vida más fácil brindándonos radiactividad, modificaciones genéticas, smog químico y yoghures Danone. Ustedes pueden no tener ni idea de cómo funcionan sus teorías, pero se las creen de todas formas, puesto que los científicos "saben". ¿Difiere esto en algo de la fe en el las interpretaciones de Dios que hace el Papa?

Hoy mientras cagaba descubrí que Dios era amor. Le diré al escribano que prepare el bolígrafo que hoy voy a hacer una encíclica.

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La respuesta es NO. Fuera del estamento científico versado, en el seno de la sociedad, la ciencia no es más que otro sistema de creencias. Ustedes en sus casas tienen tantas posibilidades de comprobar la existencia de la teoría de la relatividad especial como de comprobar la existencia del Arcángel Gabriel.

Pero, ¿y dentro del estamento científico?, ¿pueden ellos comprobar la veracidad de sus teorías?. Una vez más la respuesta es NO. La observación objetiva es una utopía, la información jamás puede confirmar o falsear definitivamente ninguna teoría porque es imposible medir todas las variables en el espacio y el tiempo, como tempranamente demostró David Hume, y los científicos se aferran a sus teorías como un niño a sus juguetes aun cuando tienen todo tipo de datos en contra de las mismas; la mayor parte están encoñados con ellas y no las sueltan hasta la muerte.

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La ciencia es un proyecto cuyo objetivo es conseguir un conocimiento absoluto del mundo natural, pero contrariamente a lo que comunmente se piensa, una teoría científica no tiene mucho que ver con la realidad, sino más bien con su estructura, el modo en que funciona y su cercanía a las ideas del paradigma dominante.

Examinemos detenidamente la base de lo que se llama "ciencia": el método científico:

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En los primeros años de la ciencia, el método científico era visto como algo completamente objetivo, racional y empírico. Según esta visión, las teorías debían ser completamente confirmadas o completamente falseadas basándose en la información objetiva disponible. Para ello se requería un método, porque las personas parecían tener la molesta tendencia a desarrollar sentimientos, intuiciones y aberraciones similares... que podían "infectar" la ciencia, que nada tiene que ver con lo que el ser humano siente. Así pues, se hacía necesario seguir un método para que esas "imperfecciones" del ser humano no influyeran en el proceso de descubrir la naturaleza. .

Dentro de la revolución racionalista, el primer método científico así considerado fue el inductivismo de Francis Bacon a principios del siglo XVII. La idea era conseguir un montón de informaciones no afectadas de prejuicios o preconcepciones e inferir inductivamente teorías de dichos datos generalizando esta información en la forma de "leyes naturales", para luego acumular más información para corregir la hipótesis, de ser esto necesario. Es decir: se generaliza a partir de lo particular.

Esto parecía funcionar en muchos casos, pero la realidad es que este método parte de preconcepciones ya de por sí: para generalizar la información obtenida al rango de "ley física", el individuo debe asumir que ésta se aplica a todo proceso físico que no ha observado. La lógica inductiva está inevitablemente basada en esta asunción "no lógica". Pero hay otro problema: existen fenómenos que no pueden ser directamente observados: a nivel atómico, ondas..., incluso la mismísima gravedad y sus misteriosas partículas: los gravitones. Todo esto no podría ser ciencia aplicando el inductivismo, porque si no ves las ondas de tu teléfono móvil, éstas "lógico-inductivamente" no existen, como para pensar que puedan causar cáncer.

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Consciente de este problema, a finales del siglo XVII, Newton el Grande desarrolló otro método que más tarde se llamó hipotético-deductivo, desarrollo del deductivismo aristotélico. Conforme a este método, uno comienza con una hipótesis (teoría provisional), deduce lo que cabe encontrar en el mundo físico resultado de la aplicación de dicha hipótesis, y lo comprueba. El origen de la teoría es irrelevante: se puede hacer porque se le ha aparecido a uno la virgen: da igual; lo importante es que pueda confirmarse mediante la observación.

Pero el método hipotético-deductivo también tiene problemas. Nunca podemos estar seguros de haber examinado toda la información. Siempre existe la posibilidad de que una futura observación se cargue hasta la teoría más asentada; de hecho esto es precisamente lo que le pasó a Newton: Einstein, Heisenberg y otros herejes demostraron hace casi 100 años que el universo Newtoniano no era "El Universo", sino solamente una parte muy restringida: sus "leyes" no se cumplían ni en astrofísica ni en física cuántica. Prigogine vino más tarde a rematar el asunto con la teoría del caos, y la observación fenomenológica de solitones pone en duda incluso su validez en ámbitos en que la mecánica newtoniana se consideraba indiscutible.

Pero es que además, el método hipotético-deductivo falla en la propia lógica. Pongamos un ejemplo hipotético-deductivo: tenemos la teoría "T", y luego la observación física "O". Tenemos que si T es cierta, entonces se produce O, así que conforme a Newton, si vemos O, inevitablemente T está involucrada. Esto es falso. Un ejemplo: podemos tener la teoría (T) de que existe un Dios invisible llamado Zeus que vive en las nubes y lanza rayos sobre la tierra. Nos vamos a la comprobación y efectivamente comprobamos que caen rayos de las nubes (O). Si efectivamente existe Zeus, caerían rayos del cielo, y como caen, entonces es que Zeus existe. Pero esto, aunque es hipotético-deductivo no es un argumento lógico, sino falaz. Podría haber otras posibilidades que generen rayos, no solo Zeus.

La realidad es que en ciencia, cualquier observación de la naturaleza puede ser compatible con todo tipo de teorías, desde Dios hasta las leyes naturales. Muchas explican los mismos fenómenos perfectamente. A ésto se le llama el "principio de indeterminación de las teorías".

Así, un dato empírico por sí solo no puede confirmar ninguna de las que podrían explicarlo. La conclusión es que ninguna teoría científica puede demostrarse basándose únicamente en las observaciones físicas.

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A mediados del siglo XX, Karl Popper (a la izquierda) inaugura un nuevo método: el falsacionismo. En primer lugar, Popper indica que la observación de la naturaleza es siempre selectiva (no se puede observar todo), y por tanto el selector es siempre subjetivo; para evitar esta subjetividad, propone que siempre hay que crear la hipótesis antes de comenzar a investigar, sea porque se te cae una manzana en la cabeza, como las de Newton, por inspiración divina como las de Einstein, o tras un viaje con Ayahuasca, como las de Terence McKenna. Esto termina con el inductivismo.

En segundo lugar, Popper indica que nada universal puede deducirse de lo particular: que no puede haber enunciados científicos últimos, y no puede partirse de puntos de partida incuestionables a la hora de hacer ciencia, porque éstos no existen. Esto destruye el concepto de "prueba conclusiva", cargándose así también el método hipotético-deductivo.

La idea de Karl Popper y del falsacionismo, contrariamente al verificacionismo todavía dominante, es que ciencia es solo aquella que puede ser falseada. Si una teoría no puede ser falseada, no es ciencia. Es el acto de falsear una teoría lo que la descarta o la deja vivir un tiempo más. A esto se le llama el "criterio de demarcación". El falsacionismo postula que una teoría científica debe ser confrontada con los experimentos que con más posibilidades pueden demostrar que es falsa, y no lo contrario: hay que tratar a toda costa de derribarla, no de confirmarla, dado que la mejor manera de progresar científicamente es cargándose las teorías que no resisten un falseamiento. Por ejemplo, por millones de cuervos negros que veamos, nunca podremos afirmar que todos los cuervos son negros, sin embargo, el hecho de ver uno blanco descartaría la teoría de que todos son negros.

Sin embargo, el hecho de que una hipótesis resista diversos intentos de falsación no la convierte de ninguna forma en "realidad", puesto que como ya hemos indicado, Popper opina que no hay modo alguno de probar definitivamente nada: simplemente la corrobora provisionalmente.

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El falsacionismo no carece de problemas, y el principal es que es imposible falsear teorías definitivamente a base de datos empíricos. Así pues, en el ejemplo de los cuervos, el hecho de observar uno blanco podría deberse a otras circunstancias: podría haber sufrido una enfermedad desconocida que lo dejó blanco de forma sobrevenida, o podría ser una especie distinta, o podría ser un error del observador, una alucinación... siempre es posible encontrar algo.

Si una teoría no se cumple en el mundo real, uno puede siempre afirmar que la teoría es correcta, pero que una de las asunciones de las que partía es incorrecta. Ejemplo: tenemos una teoría de partículas y queremos comprobarla en el mundo real. Así pues, nos vamos a Suiza, al CERN (un acelerador de partículas) y a continuación experimentamos, para lo cual tenemos inevitablemente que aceptar las siguientes asunciones:

- Todas las teorías (de partículas, electrónicas, de ingeniería...) utilizadas en lo que creemos que sucede dentro del acelerador son correctas.

- Todas las teorías sobre cómo funciona el detector son correctas.

- Tanto el acelerador como el detector funcionan como fueron diseñados.

- Tanto el acelerador como el detector están siendo utilizados correctamente.

- Otras cosas que se nos han pasado de momento.

Nótese que algunas de las anteriores asunciones también dependen a su vez de otras asunciones, y así hasta el infinito.

Si nuestra partícula no hace lo que nuestra teoría dice que debía hacer, podemos achacarlo a todo ese conjunto de asunciones. Así que volveremos a intentarlo una y otra vez, gastando millones de euros del erario público o de donde sea para probar que lo que nos hemos imaginado es verdad. Así funciona la ciencia en el día a día.

Y si por casualidad la partícula hace lo debido, ¿podemos considerar probada nuestra teoría? Pues NO, porque un error en el resto de teorías significaría que la nuestra no es correcta. En consecuencia, las teorías no pueden comprobarse definitivamente ni falsearse definitivamente mediante datos empíricos, por mucho que provengan de aceleradores de partículas u otras cosas difíciles de pronunciar.

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Por tanto, el método de Popper tampoco nos vale. Su aportación más significativa es demostrar que las observaciones son seleccionadas por el ser humano y, en consecuencia, no son objetivas, sino plenamente subjetivas, y que nada puede demostrarse plenamente. Pero falla en la idea de falsearlas, porque en realidad es posible modificar cualquier teoría para hacerla compatible con cualquier información empírica que obtengamos. Es lo que se hace en realidad: cuando algo no funciona a nivel cuántico, los científicos se inventan una nueva partícula subatómica, llevan ya miles inventadas para sostener su visión, y eso sin tener una sola prueba concluyente de que siquiera existan las "partículas". No recuerdo qué científico afirmó que el Nobel de física debería otorgarse al físico que NO "descubriera" una nueva partícula ese anio. (Es cierto que nos hallamos contaminados con continuos dibujos y representaciones de partículas como la de la derecha, pero también es cierto que nadie podría afirmar racionalmente la existencia del infierno por el solo hecho de haber contemplado el panel izquierdo de "El jardín de las delicias" de El Bosco en el Museo del Prado, no?).

Otro ejemplo práctico de ésta capacidad imaginativa lo tenemos en Einstein. A Einstein no le cuadraba la gravedad de Newton en su teoría de la relatividad: no cuadraba que las cosas se atrajeran entre sí, así que se inventó la curvatura del espacio-tiempo, que es un genial ejercicio de imaginación consistente en que todos los cuerpos se mueven en línea recta y que lo que percibimos como órbitas... se debe a que el tiempo y el espacio se distorsionan para que parezcan órbitas... Y le dieron un Nobel! para que luego digan que en ciencia no se premia la creatividad artística... Por otro lado, las ideas de Einstein difieren profundamente de las teorías cuánticas, que se separaron en la famosa escisión Einstein-Bohr que hasta hoy divide a los físicos en dos ramas diferenciadas: una determinista (Einstein) y otra caótica o indeterminista (Bohr), que se perfila últimamente con muchas más posibilidades de ganar el "Mundial".

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Así pues, como no se puede confiar en los datos empíricos, los científicos se dedican a hacer asunciones que consideran lógicas y racionales (aunque no comprobadas científicamente) y se basan en ellas para decidir qué teorías se quedan. Se trata de los llamados principios formales (shaping principles). Fundamentalmente, lo que entendemos por ciencia son en realidad estos principios. Pongamos ejemplos:

- Uno de ellos es la uniformidad de la naturaleza; la creencia de que los procesos naturales operan igual en el pasado, en el futuro, en cualquier lugar... Esta asunción es el fundamento de las Leyes naturales, y se trata de una afirmación "acientífica", además de en crisis. Entre sus agresores se cuentan por ejemplo Bohm, Sheldrake, Abraham... Y es que es un dogma de fe. Sheldrake se carga esta idea en una frase: si las leyes naturales son constantes, tenían que estar allí antes de la creación, lo cual es absurdo; pero en caso contrario fueron creadas, y el hecho de que se pueda "generar" una Ley natural, destruye su significado como orden último de la realidad. Sheldrake propone que las Leyes naturales evolucionan junto a todo lo demás.

- Otro principio formal es que existe una realidad objetiva que se despliega ante nuestros sentidos. Una vez más tenemos múltiples disensos. Se trata de otro dogma de fe. El hecho de que sea convincente a nuestros sentidos no quiere decir que sea verdadero. Bohm pone inumerables ejemplos para sustentar su orden implicado y aclarar que lo que vemos solo es un resultado perceptivo-interpretativo de un orden superior (en clara convergencia con casi todas las tradiciones gnósticas desde el inicio de los tiempos, por otro lado).

- De la nada, nada surge (ex nihilo, nihil fit). Este principio es base de la ley de la causalidad. Así, algo que existe tiene que tener una causa. Ley de causa-efecto, base del mecanicismo. Es otra afirmación en crisis desde la mecánica cuántica. Bohm intenta salvar la causalidad con su interpretación causal de la teoría cuántica, pero para ello tiene que utilizar hipótesis todavía más imaginativas. Además, evidentemente si queremos hablar de la creación del Universo, o de la creación del creador del Universo, encontramos un problema con esta teoría. Inevitablemente la nada creó algo, o por contra "algo" existió que no fue creado. La causalidad no resiste la leve mirada crítica de un niño de 5 años; solo mentes contaminadas por adultos son capaces todavía de creerse el cuento.

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Luego hay principios especialmente diseñados para seleccionar las teorías que quedan como "científicas". Como los datos empíricos no ayudan a distinguirlas (debido al mencionado principio de indeterminación), estos principios van a ser siempre filosóficos, sociales, culturales..., principios ad hoc que no tienen nada que ver con la ciencia, pero que la fundamentan. Ejemplos:

- La navaja de Okham: según la cual la teoría más simple se prefiere a la compleja (cuantas menos hipótesis ad hoc tenga una teoría, mejor). Es algo completamente arbitrario. La naturaleza podría no tener la misma opinión que nosotros sobre si la realidad tiene que ser simple.

- Adecuación a otras teorías existentes: si una teoría es compatible con otras, queda. Se trata de otra tontería similar a la anterior.

- Capacidad para explicar una gran variedad de eventos: la teoría que más cosas explica, queda. Evidentemente es otra estupidez: Dios lo explica todo, por ejemplo: debería quedar.

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Solo de la interacción de estos y otros principios (que además suelen colisionar unos con otros) con la información empírica surge una teoría científica con un soporte "racional" suficiente. Habrán observado que no es que esto se parezca a asunciones filosófico-morales arbitrarias: es que efectivamente "SON" asunciones filosófico-morales arbitrarias. Pero hay más problemas, y es que no todo científico usa los mismos principios, al ser cada científico distinto del de al lado. Se da, por tanto, una competición "cultural" entre ellos bastante similar a las eternas disputas medievales en el seno de la Iglesia Católica sobre las escrituras y sobre qué evangelios debían guardarse y cuáles quemarse en la hoguera. Nada que ver con la prueba, la objetividad, el racionalismo... que se postulaban en los inicios de todo este mal sueño.

Finalmente, en caso de la existencia de dos o más teorías competidoras con el mismo apoyo de información fáctica y de principios formales, los científicos proceden a determinar qué teoría es la más "racional", y lo tienen que hacer "intuitivamente", puesto que no existe ningún método para determinar el grado de certidumbre de una teoría, pese a los múltiples intentos por encontrarlo. Así pues, al final sí que funcionan por intuición, basados en su contexto cultural, personal y en su conjunto de creencias.

Todos estos malabarismos para fundamentar teorías inventadas recuerdan a los que tuvo que hacer la Iglesia Católica cuando le salieron dinosaurios, redondeces de la Tierra, rotaciones en torno al Sol...

De todas formas, la tenacidad de los científicos en aguantar teorías sin evidencias suficientes es en cierto modo positiva, dado que si la ciencia abandonara toda teoría no demostrada plenamente, sencillamente no tendría ninguna.

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Y finalmente, cabe preguntarse: ¿Qué es todo esto?, ¿Ciencia o religión, filosofía, moral...?. La respuesta es sencilla: la Ciencia no existe. Al igual que Dios, que tampoco existe. Así que desde aquí se recomienda fervientemente a todo aquel que se sienta "ateo" y cientificista dejar de creer en la ciencia, ya que no es más que algo así como un "cristianismo reformado", fundado por cristianos, adoptado por cristianos, una reforma donde Dios es sustituido por las Leyes Naturales, donde sigue patente el mito de la creación (Big Bang) y la idea de un Universo organizado. Por eso se cree que el racionalismo servirá para entenderlo todo, porque todo fue creado por un ser racional; eso pensaban los cristianos en el siglo XVII y seguimos pensando nosotros a día de hoy. Lo dudan? pregúntense en ese caso lo siguiente: cuántos seres racionales ven ustedes a su alrededor?, no somos los únicos?, por qué tendría que ser el Universo entonces "racional"? la respuesta es clara y está en la Biblia: "Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza": esto es lo que esconde secretamente el ateísmo cientificista como fundamento último de su intento racional de descubrir la naturaleza, además de cientos de dogmas de fe que se asumen sin más (léase a Sheldrake al respecto).

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No hay un método científico y no hay "ciencia". Sólo hay gente religiosa de sus propias teorías haciendo experimentos con mucha fe y con objeto de ganar mucho dinero en la Shell o la NASA o en su defecto un Nobel, y luego algún que otro científico escéptico aislado, pero escéptico de verdad, no ese que duda solo de lo que se aleja de lo que sus papás le contaron. El escepticismo "sano" cuestiona los fundamentos del orden establecido y lo hace tambalearse, y no se dedica a chuparle el culo al poderoso y señalar con el índice al hereje: eso no sirve para nada.

Si se hace recuento de las teorías que "la ciencia" ha parido a lo largo de cuatrocientos años, tenemos que la práctica totalidad eran falsas. De hecho, solo cada 10 años se falsean 1/3 de los estudios científicos aparecidos, conforme a la revista Nature, y 2/3 en 20 años. Probabilísticamente hablando sería casi imposible que las teorías en las que actualmente creemos fueran ciertas.

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Algunos dirán. ¿Pero y la tecnología?, ¿La tecnología no es la prueba de que la ciencia es "real"?. La tecnología mola mucho, sí, y no nos metemos con la tecnología aquí para nada: de hecho sin ella este post sería imposible (nos gusta la tecnología), pero hay que entender que el hecho de que la tecnología funcione no quiere decir que las teorías sobre "por qué" funciona sean ciertas. Que sea posible internet no se debe inevitablemente a que la naturaleza sea uniforme en todo el Universo, por ejemplo. Afirmar lo contrario va contra la lógica, como hemos explicado con el ejemplo de Zeus. Las bombillas funcionan igual pese a que nuestras teorías sobre la luz han cambiado de plano desde Edison acá. Por otro lado, si usted presencia un milagro, sería absurdo hacerse religioso inmediatamente: ¿religioso de quién? Alá te puede explicar el milagro igual que Yaveh, Einstein, Buda o incluso el gran Dios Om.

Tampoco se pretende aquí criticar la investigación científica, que es profundamente necesaria, ni siquiera esos inventos que amenazan nuestra supervivencia, como la bomba atómica (recuerden a Einstein en la foto en la que nos saca la lengua, qué candor la criatura!), o el proyecto HAARP, que amenaza la estabilidad electromagnética de la ionosfera y al que se ha senialado como causa de los huracanes, terremotos y maremotos que nos asolan en esta nuestra última era humana regida por el Dios Shiva: respetamos la voluntad suicida del ser humano porque en este blog somos democráticos. Así, aunque creemos en la protección de las minorías y preferiríamos que se garantizara la supervivencia de los que no hemos firmado la "cláusula extintiva", somos conscientes de que vivimos en la dictadura terrible de la inconsciencia e irresponsabilidad colectivas: al parecer hay que desarrollar al ser humano a toda costa hasta que éste se extinga: ese es nuestro fin, o no?, o no hay ningún fin?.

No tiene sentido pedir que un manzano de peras, pero se puede transformar al manzano en peral. Así, lo que sí nos esforzamos en criticar son básicamente dos conductas: la conducta de "creo en la ciencia" y la conducta de "mejor que creas en ella o te quedas sin beca", por simplificar ambas: es decir, el aspecto religioso-dictatorial.

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Hay que madurar y dejar de depender de un sistema de creencias superior a uno mismo. Llevamos a Dios o a las Leyes Naturales con nosotros allá adonde vamos: es tristísimo; ¿Es que no somos capaces de afrontar la vida aceptando que no tenemos ni puta idea de qué es lo que nos rodea y que esto no va a mejorar hagamos lo que hagamos porque tenemos la inteligencia de un chimpancé y la voluntad de un pingüino borracho?

Lo que se van a divertir los antropólogos del futuro con nosotros y nuestras creencias... "los creyentes que no creían creer", nos llamarán, si es que se preocupan de estudiar estas épocas oscuras o si les dejamos algo que estudiar: comparen el Partenón con las Torres Gemelas y juzguen niveles de trascendencia arquitectónica, por no hablar de belleza...

23-Abril-2794: "Después del dórico, el jónico y el corintio, vino el "austero-grisáceo": hoy sabemos que en las eras de oscuridad, el hombre racionalista edificaba basándose en los bloques de construcción que de crío usaba para aprender las formas, pero su falta de creatividad le llevó a abusar de los cubos en detrimento de formas más interesantes y además ni siquiera coloreaba o tallaba sus edificios, pese a que sabemos que disponía de los medios para hacerlo" (Risas incrédulas de la audiencia). "A pesar de su manifiesta incapacidad arquitectónica, tenemos datos que demuestran la existencia de turismo para contemplar los bloques" (Carcajadas sonoras de la audiencia).

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Al final resulta que lo único que mata al bicho es que la gente deje de creer en él: así se desvanecía Fantasía en "La historia interminable", así se desvanecen las creencias, tragadas por la nada, porque tan solo son sostenidas por el intento de sus creyentes. No existe ninguna verdad objetiva en ellas, por lo que a lo largo de los siglos se van desintegrando como lágrimas en la lluvia.

Hoy lo que está cayéndole encima al racionalismo mecanicista determinista no es llovizna sino un chaparrón. Procede una evolución, un cambio en la manera de concebir el mundo, la entrada de un Nuevo Paradigma que elimine todos esos principios formales arbitrarios que hemos comentado, pero ¿cómo se cambia todo esto en un contexto en el que los científicos, apoyados por los intereses de ultrapoderosas corporaciones, se afferran a sus teorías y agreden con uñas y dientes a todo Galileo o Miguel Servet que trata de convencerles de su error?.

Kuhn habla del cambio de paradigma, de cómo el estamento científico va poco a poco aceptando nuevas teorías hasta que cambia el Paradigma fundamental. Max Planck, descubridor y bautista de la famosa constante cuántica de Plank, tenía sin embargo otra idea al respecto: él decía que "una nueva verdad científica no triunfa por medio de la convicción de sus oponentes haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus oponentes mueren y una nueva generación crece más familiarizada con la nueva teoría".

Así pues, lo único que podemos hacer es esperar a que todos mueran, lo cual, salvo que sigan a rajatabla el camino del guerrero de Castaneda, inevitablemente sucederá tarde o temprano.

Ya lo decía Darwin (a quien se criticará en su día): "solo la muerte de los no aptos asegura la evolución de la especie".

Derribar el viejo paradigma sería más fácil si los científicos fueran como moscas de la fruta, que evolucionan más rápido y son más fáciles de matar, como se muestra en este documento gráfico. De todas formas, si se fijan, se darán cuenta de que la mosca no es más que fantasía. En cuanto dejan de creer en ella, se convierte en un efímero grafiti urbano.

miércoles, 2 de agosto de 2006

Jodorowsky y la Psicomagia

Helo aquí, un representante de las vanguardias surrealista de los 40-50, cofundador del movimiento pánico, poeta, escritor, actor, director de cine, guionista de comics de ciencia ficción, ahora también psicochamán, tarotista, showman consumado y muy amigo de Fernando Arrabal (que no es poco): Alejandro Jodorowsky!

De todo lo anterior, el nexo de unión de Jodorowsky con la temática de los anteriores post y la general del blog es principalmente su desarrollo de una disciplina de sanación psicosomática bautizada por él mismo con el nombre de "psicomagia", así como ciertas concepciones de la realidad que comentaremos lo más brevemente que se pueda. Su terapia psicomágica se inscribe de lleno dentro de la temática general "irracional" que últimamente estamos tratando; de hecho aprovecho para citar textualmente la opinión de Jodorowsky sobre el racionalismo: "Ser racional es bueno, pero ser solamente racional es una lepra, es una peste, una enfermedad".

Indicar también un tremendo nexo de unión con la Toltequidad de Castaneda (al que por cierto conoció en México DF). En su obra, Jodorowsky nos presenta bastante delineados los principios del ensuenio: por ejemplo afirma que el "despertar" místico consiste en dejar de soñar, desaparecer de ese universo onírico para convertirse en aquel que lo sueña, lo cual está calcado de Castaneda. También propone técnicas de acecho para desarrollar la creatividad, y la finalidad, afirma Jodorowsky, es la huida del ego, su superación y la consecución del silencio interior. En realidad, con todo ello no está haciendo sino proponer una iniciación chamánica.

Y es que la psicomagia se basa en las innumerables experiencias de Jodorowski con chamanes a lo largo de América. Dichas prácticas chamánicas, como se dice en "Psicomagia", son despreciadas por los médicos profesionales, hijos fieles de la Universidad. Así, según ellos la medicina es una ciencia, y quisieran llegar a encontrar el remedio ideal, preciso, para cada enfermedad, tratando de no diferenciarse los unos de los otros. Desean que la medicina sea una, oficial, sin improvisaciones y aplicada a pacientes a los que se les trata sólo como máquinas, de forma cruel e impersonal.

Sin embargo, Jodorowsky atestiguó en muchas ocasiones la eficacia de estas prácticas, especialmente como ayudante y paciente de María Sabina, también llamada "pachita" (la vemos a la derecha, vestida "de época"), una chamán curandera de la sierra mazateca que operaba tanto a mendigos como a ministros a cambio de lo que quisieran darle. En una ocasión, Pachita operó a Jodorowsky del hígado. Lo abrió con un cuchillo azteca de obsidiana como los que se utilizaban en los sacrificios sobre las pirámides, le cambió el hígado y le puso uno nuevo; el nuevo órgano no volvió a darle problemas. El autor de "Psicomagia" sintió el más tremendo dolor de su vida, vio su vientre abierto y un tremendo charco de sangre, pero al terminar la ceremonia no había ninguna herida; afirma, por tanto, que o bien se trató de una ilusión perfecta, o que efectivamente hacía lo que hacía. Semana tras semana trabajando como ayudante suyo, jamás consiguió descubrir el truco. Por la misma época, también interesado por tales curaciones, Castaneda preguntó al chamán Don Juan, y éste le explicó que el procedimiento para realizarlas pasaba por mover el punto de encaje de todos los presentes a un estado de conciencia acrecentada donde se podía efectivamente abrir a la persona y cerrarla sin problemas, y donde se conseguía la misma atención para todos los presentes; por eso Pachita solo admitía un número limitado de asistentes: porque solo tenía energía para mover un número limitado de puntos de encaje.

Según afirma Jodorowsky, lo que hace que estas cosas nos intranquilicen es nuestra creencia en un mundo «objetivo», nuestra mentalidad moderna autodenominada racional. Siempre pretendemos situarnos como observadores distantes de un fenómeno supuestamente externo cuyos mecanismos deben ser nítidamente delineados. En la mentalidad «chamánica», por el contrario, este problema ni se plantea. No hay ni sujeto observador ni objeto observado, sólo está el mundo, sueño hormigueante de signos y símbolos, campo de interacción en el que confluyen fuerzas e influencias múltiples. En ese contexto, saber si las operaciones de Pachita son «reales» o no resulta incongruente. ¿Qué realidad?.

De todas formas, Jodorowsky no se siente capaz de afirmar la realidad o irrealidad de tales operaciones. Pretendiendo trasladarlas a la mentalidad Occidental, debe extraer de ellas lo "comprensible", y así descubre que cuando se simula una operación, el cuerpo humano reacciona como si se tratara de una verdadera intervención: acepta el lenguaje simbólico como si fuera un crío jugando. Así pues, de lo que se trata es de trabajar con el inconsciente, por lo que el trabajo será un trabajo irracional, simbólico, surrealista... "pánico". La idea es que en todo momento el inconsciente sobrepasa los límites de nuestra razón, y que al inconsciente le es más fácil comprender el lenguaje onírico que el lenguaje racional. Habiendo descubierto que desde cierto punto de vista, las enfermedades son sueños, mensajes que revelan problemas no resueltos, la solución creativa de la psicomagia consiste en comunicarse con el inconsciente en su lenguaje para conseguir la sanación. En este sentido, Jodorowsky sigue el camino contrario que Freud introdujo en Occidente: mientras el segundo se esforzaba en traducir a "racional" el lenguaje "irracional" del inconsciente, el primero se esfuerza en traducir el "racional" a "irracional" para poder comunicarse con él.

La Psicomagia bebe también en gran medida de la teoría de los Arquetipos de Carl Jung y de la terapia Gestalt de Fritz y Laura Perls, de las que quizás hablemos en otro post, pero es solo en el contexto de la evolución perosonal de Alejandro Jodorowsky que podemos inscribir y entender su fundamento: el "acto psicomágico".

Así, Jodorowsky fue transcurriendo, de poeta chileno que se colaba en casa de Pablo Neruda para dejar miles de capullos de mariposas preparados para abrirse cuando éste volviera de sus vacaciones, o que caminaba con Enrique Lihn en línea recta por la ciudad sorteando todo obstáculo que se cruzara en su camino (acto poético), pasando por los "efímeros pánicos" teatrales que siendo actor montaba en autobuses, garajes, servicios públicos o donde fuera, y donde la gente expresaba el acto que siempre había querido hacer, que podía consistir en soltar pájaros o vívoras entre el público, crucificarse en un piano de cola o hacer un cuadro abstracto con las tripas de una gallina muerta (acto teatral), evolucionando a través de los suenios lúcidos que aprendió poco a poco a controlar al estilo de Castaneda (acto onírico), y a través de su estadía de ayudante con María Sabina haciendo curaciones milagrosas que podían implicar abrir una cabeza y meter las manos en los sesos, o cambiar todas las vértebras de una persona (acto mágico).

Es solo en el contexto de ese pasado que Jodorowsky adquiere la suficiente creatividad y el suficiente desapego para poder recetar actos psicomágicos sin intervención de su ego en el camino (según afirma).

Uno de los mecanismos más sencillos por los que surgen enfermedades es la realización automática de las predicciones. Se trata de que al predecir uno mismo un acontecimiento, inconscientemente lo provoca. Así, la psicóloga de la Universidad de Niza Anne Ancelin Schutzberger, afirma que: "si se observa cuidadosamente el pasado de un cierto número de enfermos graves de cáncer, se advierte que se trata, muchas veces, de personas que durante su infancia hicieron una predicción sobre sí mismas, que han desarrollado un "guión de vida" inconsciente relacionado con su vida y su muerte, a veces incluso con indicación de fecha, momento, día y edad, y que luego se ven efectivamente en esa situación de murientes". Asimismo, como señala Rosenthal, si un profesor prevé que un mal estudiante continuará igual, lo más seguro es que nada cambie. Por el contrario, cuando el profesor estima que el niño es inteligente, aunque tímido, y prevé que a pesar de ello hará progresos, el niño comienza a progresar... Es una constatación sorprendente pero que ha sido verificada en varias ocasiones, suficientes para inspirar la mayor desconfianza respecto de aquellos que, so pretexto de poseer dones sobrenaturales, se permiten predecir acontecimientos que el inconsciente del consultante traducirá en deseo personal, con el fin de someterse a las órdenes del vidente. Como resultado de esto, el consultante asumirá la tarea de realizar estas predicciones, con consecuencias muchas veces nefastas. Toda predicción es una toma de poder, mediante la cual el vidente se complace en prefigurar destinos, torciendo así el curso natural de una vida...

Dado que el inconsciente se ve inclinado a realizar estas predicciones, la curación pasa por la realización de las mismas a un nivel no peligroso de tal forma que sea satisfecha la "deuda" con el inconsciente y éste deje de buscarnos la ruina. Así, a una mujer a quien una vidente había predicho que perdería mucho dinero y alguien cercano iba a morir, Jodorowsky le recomendó aniadir unos cuantos ceros a un billete de mil pesos, envolver con él a una mosca que hubiera matado y quemar a ambos, para después enterrarlos plantando algo encima; y ella se libró de la predicción. Todo ello es el lenguaje simbólico onírico del inconsciente. Nótese que el acto debe acabar siempre en positivo o creativo; Jodorowsky explica que esa es la diferencia entre el arte de la psicomagia y la simple magia negra (en la que se inspira, por otro lado).

En caso de que la persona haya sufrido toda su vida y sea imposible recetar un acto psicomágico aislado, Jodorowsky recomienda la muerte, pero una muerte simbólica: por ejemplo, ser desnudado, enterrado en arena entre familiares y amigos, lectura de panegírico incluída y posteriormente levantarse, vestirse con una ropa completamente nueva, ser bautizado con un nuevo nombre, nuevos documentos, e iniciar una nueva vida. El acto, que es muy radical, es extremadamente eficaz, y permite dejar atrás numerosas enfermedades de la psique. Por otro lado, no es nada nuevo, ya que venía realizándose ya en Babilonia, donde durante las ceremonias de curación, los exorcistas ordenaban al paciente que se desnudara, que tirara todas sus ropas viejas, símbolos del yo antiguo, y se pusiera vestiduras nuevas.

Los problemas de aceptación científica que esta disciplina pueda ocasionar se los ventila de un modo rápido y eficaz: Jodorowsky afirma no situarse en un terreno científico, sino en un plano artístico. La psicomagia, por tanto, no pretende ser una ciencia, sino una forma de arte que posee virtudes terapéuticas, y se inscribe en los mucho más amplios poderes terapéuticos de la imaginación.

Jodorowsky insiste en que la curación pasa por introducir a la persona en su problema para que sea consciente de él, llevarla al límite de su problema: enfrentarla a sus miedos. Pero no se cura a otro sino que se le ayuda a curarse, por lo que es requisito sine qua non que el enfermo quiera curarse: quiera cambiar, porque curarse es cambiar, y la enfermedad es una resistencia que el enfermo opone al cambio y que él mismo debe vencer. En realidad, el enfermo pide la curación para que se le vaya el dolor, no la enfermedad. Está pidiendo una aspirina metafísica. Quiere que desaparezca el síntoma, pero se resiste a querer ver la esencia que produce esa enfermedad. No la quiere ver porque perder la identidad es lo que más tememos, más que el miedo a la muerte, dado que el cerebro no concibe el miedo a la muerte, pero sí el miedo a perder la identidad, que es su equivalente.

Según Jodorowsky, en el momento que hacemos algo que nunca hemos hecho, ya estamos en el camino de la curación. Insiste, al igual que Castaneda, en la necesidad de romper las rutinas. Esto es lo único que nos hace comprender lo limitados que nos encontramos por nuestro ego y que nos permite empezar a salirnos de él y de la constante repetición que origina: repetición de amigos, repetición de parejas, repetición de enfados y repetición de problemas. En psicomagia, como se habla del lenguaje del inconsciente o de los suenios, los actos de ruptura con la rutina resultan aparentemente extravagantes, pero Jodorowsky afirma que la realidad busca la liberación onírica, y que hay que hacer que pase algo para que alguien se cure. Agrega que todo lo que sale de lo racional hace reír o espanta, pero que risa o espanto son sólo reacciones para salirse de lo común. El impacto de la ruptura de las rutinas en el aumento de la conciencia es muy viejo: así, tenemos a Diógenes paseándose desnudo con una lámpara por Atenas, o a Sócrates entrando de espaldas a un banquete para que no se advirtiera que llegaba tarde, además de a los monjes taoístas durmiendo con la cabeza hacia el suelo para acumular esperma en la mente y poder volar.

Debido al influjo del inconsciente familiar sobre nuestro inconsciente personal, los consejos no son únicamente personalizados, sino que Jodorowsky insiste además en conocer el árbol genealógico del consultante hasta sus bisabuelos para poder recomendar un acto psicomágico adecuado, así como sus creencias y procedencia social, nacional... Así, dice que: "lo fundamental en la curación es que la persona se exprese y hable. Notas, cuando curas a alguien, que se produce un cambio en la persona que ha sido escuchada. Para curar tienes que saber quién es el paciente y en qué terreno se desarrolló su enfermedad y su carácter".

Al hilo de lo anterior, he aquí otro ejemplo de acto psicomágico extraído textualmente:

"Un día Guy Mauchamp, un alumno mío, me pidió consejo; no sabía qué hacer para que unos inquilinos jóvenes y desaprensivos desalojaran una casa que era de su propiedad. Después de expresar mi extrañeza porque no hubiera acudido a la policía, puesto que la ley estaba de su parte, le dije: «En cierto modo, esta situación te conviene. Gracias a ella, expresas una vieja angustia. Te propongo este planteamiento: considera esta situación como un sueño que hubieras tenido y trata de interpretarla como interpretarías un sueño de la noche anterior. ¿Tienes un hermano menor?». Me contestó que sí, y entonces le pregunté si, de niño, no se sentía postergado cuando ese nene captaba toda la atención de sus padres, y él respondió que así era, efectivamente. Después le interrogué sobre las relaciones que ahora mantenía con su hermano. Como yo imaginaba, Guy me confesó que no mantenían buenas relaciones ni se veían nunca. Entonces le expliqué que era él mismo quien propiciaba la invasión de los inquilinos, a fin de exteriorizar la angustia que en su niñez le causaba la presencia de su hermano. Añadí que, si quería que se resolviera la situación, era preciso que perdonara a su hermano, que lo tratara bien e hicieran las paces. Le di un consejo de psicomagia y, al cabo de una semana, recibí una postal de Estrasburgo («Fuegos artificiales en la catedral, explosión de sagrada alegría») con el siguiente mensaje: «En respuesta a mi consulta, me prescribió un acto de psicomagia y, para concluirlo, le doy el resultado. Tenía que ofrecer un ramo de flores a mi hermano y almorzar con él, a fin de establecer una relación fraternal y dejar a un lado el pasado en el que me sentía desplazado por su causa. El objetivo era conseguir la marcha de los inquilinos ilegales de mi casa. Envié las flores a mi hermano y hablé con él el viernes a mediodía. El viernes por la noche los dos inquilinos se marchaban... ¡llevándose mis muebles! Pero, en fin, se fueron, y pude recuperar mi casa. Gracias». Interesante, ¿no? Llevarse los muebles era como llevarse una parte de su pasado".

Martín Bakero es un psicoterapeuta doctor por la Universidad de París VII que ha comenzado a aplicar consejos psicomágicos y habla sobre su eficacia poniendo numerosos ejemplos, de los que citaremos uno como ejemplo textual:

"Una persona se queja de que no puede dormir desde hace meses, ya que piensa que su almohada está habitada por cucarachas que le comen sus pensamientos. Ante tal temor no puede apoyar la cabeza en la almohada ni conciliar el sueño, lo que le produce una insoportable angustia de desintegración psíquica. Le proponemos que compre verdaderas cucarachas y que las ponga sobre su almohada durante una noche. A la noche siguiente debe reemplazar por cucarachas de plástico las reales. A la tercera noche debe apoyar su cabeza en una almohada en cuya funda estén impresas imágenes de cucarachas. Al cuarto día debe volver a dormir con su almohada normal... Después de una semana de indagaciones y venciendo las resistencias que tenía, lleva a cabo el acto prescrito, y desde entonces cesan sus temores y puede conciliar el sueño. En este acto, yendo en el sentido inverso del síntoma, hemos hecho aparecer los bichos temidos, sacándolos de lo imaginario para hacerlos reales. Luego, poco a poco, hicimos que las cucarachas fueran desapareciendo, retornándolas de lo real a lo imaginario, al igual que los temores del consultante".

Quien quiera leer docenas de ejemplos de actos psicomágicos que se lea el final de "La danza de la realidad", o "Psicomagia".

Y finalmente, una serie de afirmaciones de Alejandro Jodorowsky que vierto aquí en el más puro estilo de "La palabra de Cristo", hecho este inocente sarcasmo sin ánimo de ofender a nadie que piense que por el mero hecho de escuchar y creer a uno o a otro vaya a alcanzar los cielos, persona que por otro lado probablemente vivirá una vida inmensamente cómoda y felíz.

- El Acto Poético:

"Debe ser bello, estético y prescindir de toda justificación. Puede también acarrear cierta violencia. El acto poético es una llamada a la realidad: hay que enfrentar a la propia muerte, a lo imprevisto, a nuestra sombra, a los gusanos que hormiguean dentro de nosotros. Esta vida que nosotros quisiéramos lógica es, en realidad, loca, chocante, maravillosa y cruel. Nuestro comportamiento, que pretendemos lógico y consciente, es, de hecho, irracional, loco, contradictorio. Si observáramos lúcidamente nuestra realidad, constataríamos que es poética, ilógica, exuberante. La poesía es convulsiva, está ligada al temblor de la tierra! Ella denuncia las apariencias, atraviesa con su espada la mentira y las convenciones".

- La Realidad:

"La realidad no es racional, por más que así lo queramos creer para tranquilizarnos. En general, los comportamientos humanos están motivados por fuerzas inconscientes, cualesquiera que puedan ser las explicaciones racionales que les atribuyamos luego. El propio mundo no es homogéneo, sino una amalgama de fuerzas misteriosas. No retener de la realidad más que la apariencia inmediata es traicionarla y sucumbir ante la ilusión, aunque se disfrace de «realismo».

- La Muerte del Ego:

"Nuestro ego no es más que una copia pálida, una aproximación de nuestro ser esencial. Nos identificamos con ese doble tan irrisorio como ilusorio. Y de pronto aparece «el Original». El amo del lugar vuelve a tomar el sitio que le corresponde. En ese momento, el yo limitado se siente perseguido, en peligro de muerte, lo que es totalmente cierto. Porque el Original acabará por disolver el doble. En cuanto humanos identificados con nuestro doble, tenemos que comprender que el invasor no es sino uno mismo, nuestra naturaleza profunda. Nada nos pertenece, todo es del Original. Nuestra única posibilidad es que aparezca el Otro y nos elimine. Cuando empiezas poco a poco a desprenderte de tu identidad, a ser un humano genérico, dejas de verte en una edad determinada. Luego dejas de identificarte con el tiempo en general. Después ya no te reconoces originario de una patria o hablante de una lengua determinada. No te ves en tu nombre, no te confundes con las cosas que posees, vas cesando en la identificación. El ideal es pensar sin nacionalidad, sin definición sexual y sin estar deformado por el sistema solar".

- El Miedo:

"Aquello que nos atemoriza pierde toda su fuerza en el momento en que dejamos de combatirlo. Es una de las enseñanzas clásicas del sueño lúcido. Está permitido huir mientras uno no sienta las fuerzas necesarias para hacerle frente; pero hay un momento en que debes mirarlo a los ojos. Entonces frecuentemente sucede que el monstruo así desafiado se convierte en aliado. Nuestro miedo alimenta la animosidad del adversario, mientras que nuestra voluntad de hacerle frente con amor lo desarma, es decir, le hace cambiar de orientación".

- Los 4 Centros del Ser Humano:

"Yo siempre hablo como mínimo de cuatro centros del ser humano: intelectual, emocional, sexual y corporal. No sólo la mente hace juegos y malabares, el centro emocional, el centro sexual y el corporal también actúan. Hay que conocerse y observar. Por ejemplo: el centro intelectual quiere ser, y llega a ser por el silencio. El centro emocional quiere amar, y llega a amar por la indiferencia. El centro sexual quiere crear, y llega a crear aprendiendo a fracasar. El centro corporal quiere vivir, y llega a vivir aprendiendo a morir".

- La Conciencia:

"Existen distintos niveles de conciencia. El primero es un nivel animal que piensa: «Lo que tengo, lo tengo yo». Por encima de ese nivel está el nivel infantil, donde todo es un juego superficial; en ese estado no hay conciencia ni de infinito ni de eternidad, ni de muerte ni de universo. Después hay otro nivel de conciencia adolescente donde todas las soluciones del mundo están en la pareja, en esa reducida célula del amor, y que es un nivel que la mayoría de las revistas del corazón, las historias de la televisión o el cine desarrollan. Pero si vamos más lejos se puede acceder a un nivel adulto, y ahí aparece «el otro». Aún así, existe el adulto egoísta y el adulto con conciencia social y planetaria. El primero explota a los más débiles o a los menos inteligentes, crea industrias nocivas o acapara el poder político. Es nefasto. El segundo comprende que el otro es tanto como él, que se tiene que preocupar de las catástrofes sociales y ecológicas, es decir del mundo en que vivimos todos. Conoce la responsabilidad. Pero por encima de todos ellos existe un nivel de conciencia cósmica donde el ser vive en el universo entero, espacio infinito, tiempo eterno, permanente impermanencia... En ese nivel se encuentran esos grandes temas como el «conócete a ti mismo». Y más allá todavía existe una conciencia divina donde podríamos concebir qué es ese constructo que hemos llamado Dios.

La persona con bajo nivel de conciencia se asusta si descubre que tiene un límite, se enoja y llora al saberlo. La persona con un nivel más alto de conciencia lo único que desea es que le digan dónde están sus límites para poder vencerlos, y lo agradece profundamente porque podrá mejorar. La gente con bajo nivel de conciencia anda buscando que alguien le confirme sus valores, pero la gente con alto nivel de conciencia lo que busca es que alguien le marque sus defectos para superarlos".

- Creatividad y Sexo:

"Si se quiere ser generador no se debe tener ningún límite sexual, como ocurrió con el primer gran pionero de esto, el marqués de Sade. Por eso el surrealismo le adoptó: porque imaginó todo tipo de relaciones sexuales. Al leer Los 120 días de Sodoma, Sade se revela como un científico que investigaba todas las posibilidades del sexo sin límites. Puede ir de la antropofagia al crimen sádico, al incesto, llegar a todo. Para poder despertar la creatividad, hay que tener una imaginación sexual libre de toda moral, libre de toda imagen religiosa. Hay que liberarse. Un artista tiene necesidad de imaginar las más grandes aberraciones. Tenemos necesidad de desarrollar en nuestra mente todas las posibilidades".

- Pesimismo:

"Estoy cansado de pesimismo, la raza humana siempre cambia cuando está en peligro de muerte. Cuando empiece a morir gente por las calles, acabaremos con la polución y otras barbaridades. Reaccionaremos por necesidad".

Finalmente, desde aquí compartimos el anhelo frustrado de ver el "Dune" de Jodorowsky que pudo haber sido y no fue, con disenios de Moebius y música de Pink Floyd. Aunque tampoco nos parece que el que finalmente filmó David Lynch sea tan terrible como van por ahí diciendo. Simplemente ha envejedico mal...

Lo mismo sucede con "El quinto elemento", que en muchos aspectos constituye una copia poco inspirada del cómic "El incal" de Jodorowsky y Moebius (a la izquierda vemos un ejemplo). Por cierto, alguien sabe si prosperó la demanda que hay abierta?

Y manifestamos nuestro deseo de que Allen Klein, que tiene los derechos de la práctica totalidad de las películas de Jodorowsky y lleva décadas evitando proyectarlas, sea condenado a ser lapidado a escupitajos por aquellos que disfrutamos con películas como "El Topo", o "La montaña sagrada". .

Si alguien quiere más, recomendamos de la obra de Jodorowsky:

Libros:

- "Psicomagia". - "La danza de la realidad" (autobiografía).

Comics:

- "El Incal". - "La casta de los metabarones".

Películas:

- "El Topo". - "La montaña sagrada". - "Santa Sangre".