viernes, 25 de mayo de 2007

Evolución, Darwinismo, Diseño Inteligente y Creacionismo:

Resulta relativamente complicado informarse seriamente en la red sobre estos temas, especialmente sobre diseño inteligente. La mayoría de páginas existentes al respecto no hacen honor a su título en google y terminan hablando de Kansas y de que la religión es el opio del pueblo y que en realidad todos descendemos de las amebas por pura casualidad; mientras otro gran número comienzan citando el Génesis como explicación a la existencia del hombre en la tierra o lo disimulan durante un rato y lo sueltan sin previo aviso, o simplemente afirman una vez detrás de otra que Darwin estaba equivocado sin plantear alternativas.

A continuación, me propongo realizar un viaje fuera de estas soluciones, para lo cual se requiere incialmente una leve crítica a todas estas opciones ideológicas básicas, que encarnan fundamentalmente el ateismo y la fe. 

.

A. El creacionismo no resulta convincente:

El problema fundamental de la interpretación literal del Génesis no es ni que Dios existiese, ni que crease el mundo en 6 días ni siquiera que sacara a Eva de una costilla y todo eso. Estas son cosas complicadas, pero al fin y al cabo no descartables.

Muy al contrario, el problema es que una vez creada la estirpe humana, resulta que Adán y Eva, únicos seres humanos en la faz de la Tierra, no tienen ninguna hija, pero sus hijos Caín y Seth tienen descendencia. Como es vox populi, se precisa un varón y una hembra para engendrar, por lo que caben dos soluciones a esta paradoja: o bien al principio los seres humanos eran hermafroditas, o Dios siguió creando mujeres a partir de costillas. Si bien posible, en el fondo hay que reconocer que no es muy convincente. Pero pese a ello, como toda película comercial llena de errores evidentes, la Biblia es el libro más vendido en el mundo y su interpretación literal la más extendida. ¡Coman mierda, 10.000 trillones de moscas no pueden equivocarse!

Esto no ha echado atrás a los creadores del Museo del creacionismo, un parque temático sito en Petersburg, en Kentucky junto a las famosas granjas de pollos. Ahí, la élite de la investigación yankee explica el génesis bajo el lema de “prepárense para creer” y muestra personas y dinosaurios conviviendo en armonía. Naturalmente, los americanos están enfermos: el 45%, incluido Bush, cree que el mundo tiene 10.000 años y que no descendemos del mono. Y hablando de Kentucky, y aunque no tenga mucho que ver, la empresa de pollos ha montado en Nevada, junto al área 51, un anuncio que se ve desde el espacio (es cierto, compruébenlo). Es el siguiente.

Esta foto demuestra que EE.UU puede no ser el lugar más apropiado para informarse seriamente de estas cosas.

.

B. El diseño inteligente no es una teoría y además es sospechoso:

La Teoría del Diseño Inteligente alega no tener nada que ver con el creacionismo, ni con Dios ni con la Biblia; no dice que el mundo tenga 10.000 años ni que el ser humano no haya evolucionado y viviera en armonía junto a los dinosaurios. Postula, sencillamente, que “son precisas causas inteligentes para explicar las complejas estructuras ricas en información de la biología. Dichas causas deben ser empíricamente detectables”.

Como tal, no es, en realidad, una teoría, sino una “anti-teoría”. Su enunciado positivo, lo de las causas inteligentes, es arbitrario, por cuanto la distinción lingüística entre aleatoriedad e inteligencia dista mucho de ser pacífica, e incluso podría significar lo mismo. Lo que sucede con el diseño inteligente es que ellos creen saber lo que es la inteligencia. Pero el hecho de que casi todos sus defensores sean cristianos no ayuda mucho a romper su fama de ser creacionismo disfrazado.

Además, continúan basándose en la anticuada tesis del “creador del reloj” enunciada por William Paley, un filósofo apologista cristiano que la utilizó en 1802 para argumentar la existencia de Dios. La tesis dice que si te encuentras un reloj en el suelo, no piensas que sea algo natural, sino creado, porque tiene un propósito: dar la hora, y que como el reloj, otras cosas no humanas que se encuentran por ahí en la naturaleza tienen también su propósito, y por eso han sido creadas (a la derecha pueden observar a Pailey con su aura de irrelevancia; probablemente en el metro pasaba desapercibido).

En mi opinión, dado que “la hora” es algo humano arbitrariamente inventado, un reloj no sirve absolutamente para nada; su propósito es una invención humana. La idea misma de “propósito” es una invención humana, lo que no quiere decir que no pueda ser cierta. Por lo demás, el reloj podría estar ahí por casualidad o haberse hecho a si mismo. Si opino que tiene un creador es porque se que los humanos crean relojes, no por otra razón evidente a los sentidos.

Por lo demás, la existencia de un creador me parece inexcusable desde el momento en que existe una creación: el Universo. Lo que pasa es que el creador puede estar implícito en lo creado, y aunque no, no necesariamente lleva una túnica blanca, sandalias y barba. Digamos que Dios podría ser verdadero, pero no hay duda de que cualquiera de sus representaciones por medio de la despreciable mente humana no lo son.

Como punto positivo, con el diseño inteligente, que sí admite la evolución junto a la creación inteligente, solucionamos el problema de la descendencia de los hijos de Adán. Este dibujo muestra cómo.

.

C. El darwinismo es altamente improbable:

La Teoría de Darwin es algo que aquí en Europa suena mucho mejor que lo de Adán y Eva o lo del creador inteligente. Pero en general se desconoce en qué medida aquello de lo que se habla es efectivamente una “teoría”, simple y llanamente eso, carente por completo de una contrastación empírica definitiva.

Muy al contrario, la opinión aceptada políticamente, mediáticamente y por ende socialmente es que Darwin es LA VERDAD (sí señores, y en 1859, con “El origen de las especies”, por fin, se descubrió LA VERDAD, que durará siempre, por los siglos de los siglos, amén). Y sucede que cualquiera que contradice la verdad es automáticamente tachado de creacionista.

Esto es lo que piensa una mente en la que solo existen Dios y Darwin. Si no es Darwin, por fuerza tiene que ser Dios. Pero que no creas en Dios no implica que tu cerebro haya salido de rocas volcánicas a través de millones de años y por casualidad. Eso deja verdaderamente en muy mal lugar al ateismo, casi sin argumentos, solo Darwin. Yo no creo en Dios porque nunca lo he experimentado, no porque proceda del mono.

Otra de las malinterpretaciones en relación con la evolución es la infundada creencia popular en que evolucionamos por el mero hecho de que pase el tiempo. Esta estúpida creencia, producto de la mente esclava del hombre moderno, que piensa que sus reyes le guían por el buen camino y que puede quedarse sentado rascándose los cojones y "dejarse evolucionar" es sencillamente falsa. Como señala el eminente biólogo genetista Georges Wald y puede percibir cualquiera que entienda la selección natural, la especie humana realmente no está evolucionando desde hace milenios, sino justamente lo contrario. Esto es así porque la evolución precisa que los individuos débiles mueran masivamente para que los fuertes se propaguen, y nosotros, por el contrario, los protegemos y alimentamos, los mantenemos con vida, pagamos a la seguridad social para que proteja los puntos oscuros de nuestra especie y les permita proyectarse hacia el futuro; de hecho incluso gobiernan países y preñan a nuestras mujeres una detrás de otra. Como consecuencia, nuestra especie lleva largo tiempo degenerando (de ser cierta la hipótesis de Darwin).

Pero Charles Darwin estuvo muy lejos de probar su teoría. La elaboró subjetivamente (como se elaboran todas las teorías), probablemente influenciado por los cuentos de su abuelo, Erasmus Darwin, quien propuso ya en el siglo XVIII que la vida había cambiado. Y no fue hasta el siglo XX que se pretendió demostrar empíricamente la Teoría de la Evolución por medio de la genética. Pero la genética, pese a sus impresionantes éxitos en esta labor, también deja preguntas sin respuesta, los genes han demostrado ser algo muchísimo más complicado de lo que se pensaba, y no explican necesariamente la macroevolución.

Existen dos tipos de evolución, una “microevolución”, a nivel individual, y una “macroevolución” a nivel de especies. La microevolución está absolutamente contrastada, porque es observable empíricamente (las mutaciones de la famosa mosca de la fruta). En cambio, no existe ninguna observación empírica de la macroevolución, tan solo registros fósiles y genéticos que por sí solos no prueban necesariamente la existencia de una ley evolutiva natural aleatoria, que es en lo que consiste todo esto, en la aleatoriedad frente a la inteligencia, el caos frente al orden. Lo que más bien se comprueba es que casi todas las mutaciones que un organismo puede sufrir son negativas para éste, como descubrió Adam West, el alcalde de Quahog (a la derecha), al revolcarse en residuos radiactivos para tratar de contraer superpoderes.

Ya se ha explicado en este blog por activa y por pasiva la “naturaleza provisional del conocimiento humano” (la frase es de Niels Bohr). Incluso el vanidoso nauseabundo de Karl Popper reconocía que “debemos considerar todas las leyes o teorías como hipótesis o conjeturas: es decir, como suposiciones”, y Thomas Kuhn indica claramente cómo la “ciencia normal” consiste en hacer encajar a la naturaleza en el estrecho molde del paradigma dominante hasta que sus anomalías son demasiado importantes como para ignorarlas y el paradigma cae. Pero mientras tanto ni se habla de dichas anomalías, se hace como si no existieran.

Pues bien, el paradigma dominante es el evolucionismo, y sus anomalías las resaltan cada vez más científicos, muchos de los cuales defienden visiones que pueden englobarse dentro del nombre de Diseño Inteligente, y otros… no (por ejemplo, Richard Von Sternberg, David Berlinsky y Rupert Sheldrake, no son ni creacionistas ni defensores del diseño inteligente, pero critican a Darwin como el que más).

Así, por ejemplo, si la teoría de Darwin fuese cierta, el planeta debería estar plagado por completo de fósiles de mutaciones fallidas. Sin embargo, no es así; nunca se encuentran eslabones intermedios suficientes.

Otra de las anomalías más interesantes de los cientos que corren por ahí es la relativa a la formación del ojo humano, resaltada por Rupert Sheldrake. La idea es que existen miles de pasos y mutaciones necesarias para formar el complejo mecanismo del ojo, pero ninguna de estas mutaciones por sí sola es funcional, es decir: ninguna comportaría una ventaja competitiva en el individuo mutado, por lo que la selección natural no funcionaría, y se requeriría que durante millones de generaciones, la línea genética del primer individuo mutado se mantuviera (sin ventajas sobre los demás), y fuera desarrollando otras mutaciones no perjudiciales que completaran poco a poco lo que es el ojo. La improbabilidad de que suceda esto es tan grande que efectivamente es más plausible creer en el señor de la túnica, las sandalias y la barba blanca.

Muy relacionada con la evolución del ojo está la evolución del gusto artístico. Aquí la selección natural es más evidente.

Asimismo, la genética no explica (ni puede explicar) por qué células embrionarias absolutamente idénticas, con la misma información, se dedican a funciones distintas, y unas van a las piernas y otras a la cabeza a especializarse.

Esto llevará al biólogo Rupert Sheldrake a elaborar su interesante Teoría de los campos morfogenéticos, que ya explicamos en un post anterior, y que muy brevemente viene a indicar la necesaria existencia de una información “ambiental” que las células captan de un “campo” conformado por los hábitos de todos los anteriores seres humanos, y que lleva continuamente a la formación de estructuras vivas similares a las anteriores. En mi opinión, esta teoría es la mejor explicación existente de la evolución, y todavía no existe ningún dato empírico que la contradiga (al contrario que la teoría de la evolución).

El libro “Una nueva ciencia de la vida” en el que Sheldrake presentó su teoría al mundo fue recibido por la jerarquía científica dominante como el manifiesto de Lutero por la Iglesia católica. No lo queman porque la intensa manipulación mediática impide que la población conozca de su existencia y se rebele contra los postulados científicos dominantes.

Y es que en realidad la evolución se mantiene, no porque esté demostrada; ni siquiera por su superior capacidad explicativa, sino porque forma parte de un programa político. Así, en el libro “Biología Evolutiva” de Futuyma se explica claramente que “fue la teoría de la evolución de Darwin, unida a la teoría sobre la historia de Marx y la teoría sobre la naturaleza humana de Freud, las que proporcionaron un empuje crucial a la plataforma del mecanicismo y materialismo que, desde entonces, ha sido el estado del pensamiento científico occidental”.

Si se fijan, nuestra sociedad reverencia a estos tres personajes, pese a que el psicoanálisis de Freud esté totalmente superado en el campo de la psicología, del materialismo histórico de Marx ya casi ni se hable en historia y la macroevolución de Darwin no haya sido comprobada empíricamente nunca. Por la misma razón, se reverencia a Einstein y se desconoce a Bohr, siendo que en todos los experimentos planteados para demostrar quién de los dos tenía razón respecto a la naturaleza determinista o caótica de la realidad, haya salido ganando la opción cuántica del segundo (por ejemplo, el experimento Aspect de 1981-82).

Se trata de opciones políticas, porque la sociedad humana se organiza en torno a creencias, y aquel de quien emanan dichas creencias (vaticano científico), al igual que quien le paga (gobiernos, empresas) y quien les pone voz (medios de comunicación), tienen todo el poder. Porque el poder no es una relación materialista de dominación, sino psicológica.

Ha llegado el momento de soltar mi propia teoría sobre la creación, la evolución y la existencia, que actúa al mismo tiempo de teoría del todo, porque explica el movimiento y cualquier fenómeno que pueda imaginarse. Ahí va:

Mi posición es que las cosas evolucionan porque quieren. Es la manera más sencilla de solucionar el asunto. Los árboles y las plantas crecen porque les da la gana y la Tierra gira alrededor del Sol porque es lo primero que se le ocurrió hacer. Naturalmente, asumo como principio formal que todo lo que existe está vivo, pero considero que eso es más lógico que lo contrario. Dado que nuestra única experiencia de “ser” (ser humanos) es una experiencia de “vida”, me resulta más extraño pretender que haya otras formas de ser que no sean vida, que pretender que la existencia en si misma es vida. Todo esta vivo y hace lo que quiere, excepto el ser humano, que debido a que tiene creencias, hace solo lo que le dejan.

Bien, si a alguien le quedan dudas sobre la eficacia de la teoría de Darwin sobre las mutaciones aleatorias que generan cosas con sentido, que pruebe el siguiente generador de mutaciones aleatorias, por ejemplo, copiando este texto, pegándolo en él y mutándolo, a ver cuánto tarda en salir el primer párrafo del Quijote