sábado, 20 de septiembre de 2008

Gurdjieff, 2ª parte: el rayo de la creación y la máquina humana:

En éste post se intentará resumir su sistema desde los niveles externo e interno del ser humano. Primero se explicará el Universo (el rayo de la creación) y a continuación el funcionamiento del ser humano y sus posibilidades de crecimiento. Así pues, aquí llega por fin la tan esperada "explicación de todo": 

.

1. La ley de tres y la ley de siete:

Conforme a la teoría esotérica, la ley de tres y la ley de siete (también llamada ley de octavas) son los principios fundamentales en los que se basa el funcionamiento del Universo. Implican lo siguiente: 

.

A. La ley de tres:

Dice Ouspensky, hablando del sistema de Gurdjieff, que “todo en el mudo, todas las manifestaciones de la energía, todas las clases de acción, sea en el mundo o en la actividad humana, internas o externas, son siempre manifestaciones de tres fuerzas que existen en la naturaleza. Estas fuerzas se llaman activas, pasivas o neutralizadoras (…). Debe entenderse que no difieren la una de la otra como la actividad y la pasividad difieren en nuestro entendimiento corriente de estos términos. Las fuerzas activas y pasivas son activas, pues una fuerza no puede ser pasiva. Pero hay cierta diferencia en su actividad, y esta diferencia constituye toda la variedad de fenómenos que existen en el mundo. Las tres fuerzas trabajan juntas, pero una de ellas predomina en cada combinación., Al mismo tiempo, cada fuerza que es ahora activa, puede volverse pasiva o neutralizadora en el momento siguiente, en otra tríada. Cuando tres fuerzas se encuentran juntas, suceden las cosas. Si no sobrevienen juntas, no ocurre nada”.

Es obvio que la ley de tres es lo que Jesús trataba de explicar por medio del concepto de la santísima trinidad. Él es el hijo de Dios, y fue creado por medio de la acción de tres fuerzas: el padre (fuerza activa, o primera fuerza), el hijo (fuerza pasiva, material, resistencia al cambio) y el espíritu santo (fuerza neutralizante, resuelve el choque entre las dos primeras haciendo cristalizar a Cristo).

El sistema de Gurdjieff, tratando de adaptarse a la realidad cientificista de principios del siglo XX, describe el nivel material de las tres fuerzas por medio de un ejemplo muy bien escogido: el hidrógeno, fundamento de la vida, que se forma mediante la acción conjunta del carbono (fuerza activa), el oxígeno (fuerza pasiva) y el nitrógeno (fuerza neutralizante).

En el terreno de la acción humana, por ejemplo, la fuerza activa puede ser el deseo de un cambio en algún área de nuestra vida, la fuerza pasiva sería la resistencia interna a ese cambio. Si solo se dan esos dos factores, no puede cristalizar ninguna nueva situación: se requiere de una fuerza neutralizante, que es la emoción que surge debido a dicha acción y que es capaz de neutralizar la acción de las fuerzas activa y pasiva (la discusión mental interna) para permitirnos trabajar por el cambio. Sin dicha emoción, lo único que hay es charla mental, sin que jamás pase nada.

.

B. La ley de siete o ley de ocatavas:

En música, una octava es el intervalo entre dos frecuencias en relación de dos a uno. Así, por ejemplo, una octava media entre el La5 a 880 Hz y el La4 a 440 Hz. Ambos tonos se perciben como el mismo por el oído humano, solo que uno más agudo y el otro más grave. Todas las escalas occidentales se inscriben en la octava, que se caracteriza por la asimetría entre sus tonos: Entre las notas de una escala mayor media un tono, salvo entre la 3ª y la 4ª y entre la 7ª y la 8ª, donde media un semitono. Puede parecer que el estudio de la música es algo pequeño en comparación con el Universo, pero siendo que la mayoría de físicos coincide en afirmar que la materia es energía en movimiento (campos electromagnéticos), el estudio de la música y de sus octavas equivale a un estudio del universo.

Conforme a Gurdjieff, la ley de siete significa que ninguna fuerza trabaja jamás continuamente en la misma dirección, lo que se fundamenta en los dos intervalos que hemos comentado que hay en toda octava. Si al llegar a un intervalo no entra un choque adicional, la octava cambia de sentido.

Esto explica la ausencia de líneas rectas en la naturaleza. Las plantas, por ejemplo, crecen conforme a la secuencia de Fibonacci, que es una manifestación matemática de la ley de octavas. Las espirales que las octavas forman al cambiar de dirección son observables tanto en los moluscos como en las galaxias. Y además Fibonacci descubrió la secuencia estudiando los patrones de reproducción de los conejos, lo que parece indicar que se trata de un patrón universal. A continuación, la espiral de Fibonacci:

¡Espirales!, ¡todo son espirales!, (el matemático de "Pi", de Darren Aronofsky)

A nivel humano, dice Ouspensky, “las personas comienzan a hacer algo, y luego de un tiempo, sin ninguna razón visible, sus esfuerzos disminuyen, el trabajo mengua, y si en un momento dado no se efectúa algún esfuerzo especial, la línea cambia su dirección”.

Así pues, la ley de tres explica la creación y la ley de siete explica la evolución.

.

2. El rayo de la creación:

Llegados a este punto, puede explicarse el funcionamiento del Universo conforme a las citadas leyes.

En primer lugar se introduce el concepto del “Absoluto”, que es la totalidad, el Universo en sí mismo como una unidad. El Absoluto tiene una sola ley, y una voluntad que genera el rayo de la creación, en el que se incluyen todos los mundos.

El sistema se puede explicar con el ejemplo del ser humano, en el que conviven los mundos de los tejidos y los órganos, pero también el de las células, el de sus componentes químicos y, finalmente, el mundo atómico o subatómico. El ser humano tiene control sobre sus brazos y piernas, pero no sobre las células de la punta de la nariz, que se hayan preordenadas a un orden muy inferior al humano.

Del mismo modo, el Absoluto no tiene ningún tipo de control sobre nosotros, somos para él como las células de nuestro cuerpo. Su voluntad se limita a la creación del siguiente nivel, que equivale a la totalidad de galaxias. Si al absoluto lo rige una ley, al siguiente mundo lo regirán tres (ley de tres), y al siguiente esas tres más otras tres introducidas por el siguiente nivel, de forma que la relación entre cada nivel es también de una octava (relación de 2 a 1, como en los hertzios de la octava musical). Así, tenemos el siguiente cuadro:

Donde el número de cada mundo se corresponde con el número de leyes que lo gobiernan. El absoluto se halla tanto al principio (todo), como al final (nada) del rayo de creación. La dualidad "todo-nada", en cambio es una falsa dualidad: ambas cosas son lo mismo.

Nótese que incluso la nota musical Sol coincide con nuestro Sol en su nivel en la octava. Si introducimos en este cuadro los intervalos de la octava descendente (los momentos donde, si no recibe ayuda, la octava cambia de dirección o se estanca), tenemos que el primero está entre el Absoluto y las Galaxias (7ª y 8ª), y que el segundo se halla entre la Tierra y Los Planetas (3ª y 4ª).

El primer intervalo es llenado con la voluntad del Absoluto. La octava continúa descendiendo hasta los planetas, que para relacionarse con uno de ellos (la Tierra, en nuestro caso), necesitan de un choque adicional. Este choque, conforme a Gurdjieff, es la vida orgánica, que siendo en sí parte de La Tierra, actúa de pantalla de recepción y transmisión de las influencias del resto de planetas. Al mismo tiempo, la vida orgánica alimenta a la Luna, al igual que el Sol alimenta a los planetas (piénsese que todo lo que comemos viene en último término del Sol). Cada nivel se alimenta del anterior. Todo cuanto vive, por tanto, sirve a la Tierra y a los planetas, y todo cuanto muere sirve a la Luna.

La comunicación en los niveles funciona como la comunicación entre las partes de nuestro organismo. Si el ser humano desea influenciar un tejido, lo tendrá que hacer a través de las células, puesto que el tejido, a pesar de ser un mundo diferente del de las células, está compuesto de éstas. De la misma manera, el Absoluto debe actuar sobre las galaxias por separado con objeto de influenciar el mundo que conforma el tejido completo de galaxias. Así, este particular “tráfico de influencias” se organiza como sigue:

1º. Carbono (Fuerza activa del mundo 1 –Absoluto-).

2º. Nitrógeno (Fuerza neutralizante del mundo 6 –todas las estrellas-).

3º. Oxígeno (Fuerza pasiva del mundo 3 –todas las galaxias-).

Ese es el orden en que deben estar las materias para que se produzcan los fenómenos (cualesquiera). En segundo lugar, el nitrógeno debe retornar a su puesto original (3º) para iniciar la siguiente tríada como carbono. Así, las estrellas de nuestra galaxia, para influenciar al Sol, deben necesariamente a travesar los planetas. Piénsese que vemos al sistema solar moverse a pequeña velocidad, pero ello se debe únicamente a que la velocidad en la Tierra es muy lenta. El sistema solar es realmente como un átomo, y la masa de electrones cubre completamente su núcleo actuando de pantalla. Si las estrellas desean influenciar al Sol, deben hacerlo a través de los planetas.

1º. Carbono (Fuerza activa del mundo 6 –estrellas-).

2º. Nitrógeno (Fuerza neutralizante del mundo 24 –planetas-).

3º. Oxígeno (Fuerza pasiva del mundo 12 –Sol-).

La siguiente tríada, iniciada por los planetas, no puede fluir automáticamente al hallarse un intervalo (entre la Tierra y Los Planetas: de “mi” a “fa”), de manera que interviene la vida orgánica, quedando la tríada así:

1º. Carbono (Fuerza activa del mundo 24 –planetas-).

2º. Nitrógeno (vida orgánica de La Tierra).

3º. Oxígeno (Fuerza pasiva del mundo 48 –La Tierra-).

Fruto de la acción planetaria sobre la vida orgánica tenemos gran parte de las actuaciones humanas. Gurdjieff dice que por lo general los planetas solo influyen en las masas, siendo los individuos demasiado débiles para sentirlas. Así, los Romanos ya documentaron las influencias de Marte, Venus, Júpiter… asignándoles comportamientos humanos, y los mayas, conscientes de las influencias planetarias en sus actividades (agricultura, comercio…) desarrollaron un calendario ultracomplejo compuesto por los ciclos de todos ellos (nuestro calendario es únicamente solar, un juego de críos al lado del maya).

La cuarta y última tríada la inicia la vida orgánica cuando muere, sirviendo de alimento a la Luna:

1º. Carbono (vida orgánica de La Tierra).

2º. Nitrógeno (Fuerza neutralizante del mundo 96 –Luna-).

3º. Oxígeno (Fuerza pasiva del mundo 48 –La Tierra-).

De manera que el rayo de la creación alcanza al ser humano de muy diversos modos: además de la influencia directa del Sol (influencia que vemos todos los días cómo la vida orgánica transforma), la influencia planetaria y la lunar (más sutiles) nos llegan directamente.

De momento vemos que hay 4 tríadas, cada una de las cuales da como resultado un hidrógeno determinado. Gurdjieff dice que dichas tríadas se corresponden con los cuatro puntos fundamentales del Universo: el Absoluto, el Sol, la Tierra y la Luna. Entre cada uno de ellos existe también una octava, y por medio de cálculos simples pero largos de contar, alcanza una tabla de hidrógenos que describen el mundo material. Dichos hidrógenos median entre el H1 del absoluto (materia sometida a una sola ley) y el H12288 de la luna (el más bajo de los hidrógenos en el rayo de la creación, sometido a 12.288 leyes). Esto será de vital importancia enseguida.

.

3. El funcionamiento de la máquina humana:

El ser humano se diferencia del resto de seres orgánicos porque está creado para ser auto-evolucionante. Esa es su finalidad específica dentro del cómputo general de la vida. Por lo demás, y de no emprender dicha evolución, el ser humano es idéntico, e incluso generalmente está menos desarrollado que el resto de seres vivos (Ouspensky).

La ley de tres y la ley de siete se aplican exactamente igual al funcionamiento del hombre (Gurdjieff lo llama la “máquina humana” para adaptarse al mecanicismo, doctrina científica profundamente dominante a principios del siglo XX). Estudiar al hombre es, en ese sentido, igual que estudiar el Universo.

Como hemos visto, el ser humano, como vida orgánica, se halla bajo las influencias inferiores de la Luna y bajo las influencias de los planetas y del Sol, pero generalmente actuamos guiados por las influencias lunares, que son mecánicas: ese es el largo sueño humano. Por tanto, el desarrollo del ser consiste, fundamentalmente, en liberarse de dichas influencias inferiores y abrirse a las superiores. Nuestra posición en el Universo es realmente mala, pero Gurdjieff señala que podría ser peor: en la Luna ni siquiera hay posibilidad de desarrollo: todo es mecánico. Cuando se comprende la enorme cantidad de leyes a las que estamos sometidos, “cuando se comprende que se está en prisión, lo único que uno puede pensar seriamente es cómo escapar”.

Al abrirnos a una influencia superior, nos liberamos de las leyes de la influencia inferior, que siempre son más. Como ejemplo de las leyes que afectan al ser humano (las 96 de la Luna, las 48 de la Tierra, las 24 de los planetas…), tenemos las leyes físicas y químicas que no podemos en principio vulnerar (temperatura, humedad, composición del aire, tipos de comida digeribles…), pero también hay otras leyes que pueden ser superadas en el camino de desarrollo, por ejemplo: la ley de la ignorancia (no nos conocemos), de la identificación, de la mecanicidad… Una persona enferma está bajo más leyes que una sana (tiene que obedecer a su médico o ir al hospital y estar bajo su reglamento). Para librarse de una ley, es preciso conocerla, y una vez nos libramos de ella, aparecerá otra, y otra, y otra. El único modo de librarse de una ley es ponerse bajo otra ley procedente de una influencia superior. Como se puede observar, el concepto de ley es algo que engloba todo cuanto nos limita.

Y ahora, por fin, sobre la forma de liberarse de dichas leyes.

La máquina humana funciona en tres niveles consumiendo comida, aire e impresiones. Todas estas materias son hidrógenos. Los distintos estados de la materia/energía son fruto de las leyes a que está sometido dicho hidrógeno. Así, por ejemplo, el H768 representa toda la comida que comemos, el H384 es el agua, el H192, más sutil, el aire que respiramos y los H48, H24, H12 y H6 representan las diferentes calidades de impresiones que recibimos (las impresiones también son materia). Otros hidrógenos no nos sirven, como el H96 (fuego). Los hidrógenos que provienen de planos inferiores, están sometidos a más leyes, y viceversa, siendo el alimento más sutil que el ser humano puede llegar a obtener el H6, procedente de la galaxia. Dichos hidrógenos sutiles no pueden ser medidos por la ciencia; ésta puede únicamente medir sus efectos psicológicos, el rastro que dejan al pasar. Por lo demás, no conoce nada más allá del H48.

El hombre puede considerarse como una fábrica química que recibe materia prima de afuera y la transforma en otros materiales de calidad más fina. Las tres clases de material que obtiene son comida (H768), aire (H192) e impresiones (H48, H24, H12 y H6), estas últimas dependiendo del grado de apertura de la conciencia del ser particular: si es burdo, todas sus impresiones son H48: que son las incoloras impresiones corrientes, sin carácter alguno. La comida se recibe en la parte baja del organismo, el aire en la media y las impresiones en la alta (los tres niveles de la fábrica humana).

A partir de estas clases de material, el organismo produce todas las materias necesarias para el trabajo de los centros, pero también las gasta todas. El desarrollo del hombre, consecuentemente, depende de la capacidad de almacenaje de las materias superiores producidas por su máquina. Cada uno de los tipos de alimento tiene su propia octava ascendente durante la cual se va refinando: la octava del alimento, la octava del aire y la octava de las impresiones.

La comida entra por el piso superior (boca) y pasa a la planta baja como Oxígeno 768 (fuerza pasiva, material). Allí se encuentra con cierto Carbono 192 y se convierte en Nitrógeno 384 (vemos cómo la tríada sigue el mismo patrón que en el Universo). A su vez, dicho Nitrógeno 384, actuando como Oxígeno 384, se encuentra con un Carbono 96, y se transforma en Nitrógeno 192. Son las tríadas de una octava ascendente: dichos procesos representan las notas do, re, mi.

Hasta cierto punto la ciencia puede observar éste funcionamiento: Así, cuando el alimento entra en la boca, se encuentra con varias clases diferentes de saliva y se mezcla con ellas en el proceso de masticación; luego pasa dentro del estómago y es trabajado por los jugos gástricos, que desintegran azúcares, proteínas y grasas. De ahí va a los intestinos y se encuentra con la bilis, los jugos pancreáticos e intestinal es, que lo transforman en los elementos más pequeños. Éstos atraviesan la pared del intestino dentro de la sangre venosa, que es llevada hasta el hígado, donde se encuentra con otras sustancias que la cambian químicamente. De ahí vuelve a la sangre y va al corazón, donde entra en juego la oxigenación de la sangre (octava del aire) y permite a dicha sustancia superar el intervalo de su propia octava. De esta forma, la sangre venosa es mi 192 y la sangre arterial es fa 96 (se ha producido un choque que supera el intervalo entre mi y fa).

De esta forma, las tres octavas se van ayudando mutuamente a superar los intervalos, y el proceso de refinamiento de sustancias en un ser humano es como se muestra en el siguiente cuadro:

Impresiones: do48,

Aire: do192, re96, mi48.

Alimentos: do768, re386, mi192, I fa96, sol48, la24, si12.

I  corresponde al choque inconsciente que la octava del aire le da a la de los alimentos para que continúe evolucionando. 

El problema es que la octava de las impresiones, por si misma, no va más allá de las impresiones do 48 que entran, porque en su lugar de entrada no hay Carbono 12 que las ayude. Así, do 48 no se transforma y las tres octavas se detienen. La octava del aire, por su parte, sólo llega hasta mi 48 y allí se detiene. La octava de los alimentos alcanza si 12 debido, como se ha dicho, a la intervención de las sustancias del aire (re 96). Este es el estado productivo de la máquina humana en condiciones normales.

Y aquí viene la posibilidad de desarrollo humano, que tiene que ver con dos choques conscientes. El primero de ellos hay que darlo en do 48; se trata de traer al punto de entrada de las impresiones el Carbono 12 necesario, que está en nuestro organismo pero lejos. Ello se consigue mediante el recuerdo de sí mismo, la observación, la no identificación... Lo que se busca es un estado emocional de consciencia. Recordándose uno mismo en su propia esencia, el Carbono 12 sube hasta la planta superior y se mezcla con las impresiones para generar estados emocionales más sutiles: re 24 y mi 12. Por ejemplo, con ayuda de la risa, muchas impresiones 48 pueden transformarse en 24, las impresiones elevadas solo pueden generarse desde el centro emocional, jamás desde el motor o el intelectual. Se trata de lograr una existencia emocional sutil, que posibilita que la octava del aire reciba un choque adicional (mi 12 de las impresiones ayuda a mi 48 del aire a transformarse en fa 24) y sea capaz de desarrollarse incluso hasta la 6 (la materia 6 es el máximo refinamiento posible por la máquina humana).

Impresiones: do48, C re24, mi12.

Aire: do192, re96, mi48, I fa24, sol12, la6.

Alimentos: do768, re386, mi192, I fa96, sol48, la24, si12.

Un segundo choque consciente puede ser dado en mi 12 de las impresiones y si 12 de los alimentos. Mi 12 son las emociones corrientes con ciertos grados de intensidad. Sin embargo, las emociones fuertes habituales del ser humano son todas emociones negativas, y son re 24. El segundo choque consciente tiene que ver con el trabajo sobre las emociones negativas y su conversión en positivas. Esto solo es posible tras un largo trabajo, cuando se puede estar consciente de uno mismo durante largo tiempo y cuando el centro emocional superior ha comenzado a trabajar. Entonces, el funcionamiento de la máquina humana en un ser completamente desarrollado es como sigue:

Impresiones: do48, C re24, mi12, C fa6.

Aire: do192, re96, mi48, I fa24, sol12, la6.

Alimentos: do768, re386, mi192, I fa96, sol48, la24, si12. C do6.

Puede verse claramente que éste sistema describe la Alquimia interior del ser humano: la transmutación de los metales bajos en metales preciosos (materia 6, correspondiente a las influencias de la galaxia).

De manera que la búsqueda de la piedra filosofal nunca estuvo fuera del propio ser humano.

Para quien quiera más:

- Ouspensky, Piotr D. El Cuarto Camino.

- ya se trató a Gurdjieff en un post anterior.

viernes, 4 de julio de 2008

Parálisis del sueño y viaje astral; consideraciones sobre la muerte

Continuamos en este post comentando diversas impresiones y posibilidades relativas a lo que sucede en la cama cuando se cierran los ojos. Y hoy toca aquello a lo que se ha dado en llamar "viaje astral" o "desdoblamiento".

Dado que en mi caso, la vía de acceso a tal eventualidad ha sido a través de dos años de desagradables experiencias de lo que la ciencia ha dado en llamar “parálisis del sueño”, iniciaré la explicación por ahí. Mi propósito es presentar la experiencia solo hasta donde empíricamente la he comprobado, por lo que muchas de las cosas que pueden leerse por ahí sobre el viaje astral no estarán presentes. De esta forma, al menos garantizo que el conocimiento transmitido no se ha deformado mediante el paso por múltiples intermediarios que no experimentaron aquello de lo que hablan. Sólo lo ha deformado mi mente.

.

1. Parálisis del sueño:

La parálisis del sueño es un fenómeno común aunque poco conocido que implica fundamentalmente despertar inmovilizado y aprisionado, incapaz de moverse ni respirar y experimentando una sensación eléctrica por todo el cuerpo que puede ir de lo sutil a lo abrumador e incluso doloroso. También se pueden experimentar diversos tipos de las llamadas alucinaciones hipnagógicas o hipnopómbicas y sonidos intensos de sirenas o pitidos y luces potentes que abarcan todo el campo visual. Es igualmente habitual la sensación de una presencia en la habitación y la capacidad de ver la habitación aunque se tienen los ojos cerrados. A todo ello es común una sensación de miedo intenso que lleva a las personas que la sufren (especialmente narcolépticos) a temer dicho fenómeno, que en ocasiones puede llegar a durar mucho rato.

Aquí el cuadro "pesadilla" de Fuseli, representando "la presencia" propia de la parálisis del sueño.

La explicación científica a este fenómeno es que “La parálisis es totalmente normal y se produce cada vez que uno duerme. Es el mecanismo natural de defensa del organismo para evitar el "escenificar físicamente los ensueños", lo cual podría resultar dañino y peligroso para el individuo dormido (sueño REM sin atonía, no sonambulismo que se produce en las fases de sueño profundo)” (extraído de la wikipedia). Así pues, dicha experiencia solo implicaría un "error" en el funcionamiento normal del organismo: se suponía que uno tenía que estar dormido, y no consciente de la parálisis.

Por supuesto, toda la parte experiencial del asunto se concibe científicamente como diversas alucinaciones o aberraciones de la mente, sin ningún significado en absoluto. Como siempre, la ciencia confunde como “irreal” aquello que sencillamente no puede, de momento, explicar.

.

2. Descubrimientos personales:

Mi experiencia con la parálisis del sueño se inició hace unos dos años, una noche que me asaltó dicha potentísima sensación eléctrica acompañada de sirenas y de un espectáculo impresionante de colores vivos. Mi cuerpo estaba aterido, no podía respirar y pensé que o bien me moría o me estaban como mínimo abduciendo los extraterrestres.

Durante mucho tiempo mi única preocupación fue cómo detener ese desagradable fenómeno, cosa que logré finalmente, mediante un esfuerzo intenso por despertar ejercido justo al inicio.

A partir de entonces, comencé a fijarme con mayor atención en la parte más extraña de la experiencia: ver la habitación teniendo los ojos cerrados y sentir una presencia próxima observándome. Conforme proseguía con mi exploración, estos dos aspectos iban ganando en claridad, hasta que un día llegué a una conclusión sorprendente: “la presencia que notaba en la habitación era yo mismo”. Aquél día fui dos: durante un breve instante, estaba de pie, frente a la pared de mi dormitorio mirando un cuadro, y al mismo tiempo estaba en la cama, dormido, notando las sábanas rozar mi piel.

Aquella experiencia me sacó completamente de quicio y comencé a recopilar información sobre la parálisis del sueño de manera masiva. Fue entonces cuando leí en alguna infame web esotérica que la parálisis se producía cuando el cuerpo astral trataba de abandonar el cuerpo físico, pero éste no le dejaba, por considerar dicha experiencia racionalmente imposible.

Desde ese momento, mi investigación ganó otro cariz. Mis esfuerzos se dirigieron, no a detener la parálisis, sino a intentar dejarme ir dentro de ella.

Y así, un día, hace hoy unos dos meses, entré en ese estado y mi mente dejó ir su temor. Durante un rato me sentí tumbado en la cama y pensé que no había pasado nada, pero cuando intenté levantarme, lo que sucedió me dejó impresionado: me estaba “despegando” de mi cuerpo físico. Seguí tirando suavemente hasta soltarme por completo y entonces salí disparado por la habitación, volando cabeza abajo. Me costó un poco recuperar la compostura, y ahí estaba yo, en mi habitación, desnudo, en pie, con un color blanquecino brillante semitransparente. Salí al pasillo y caminé por él hasta encontrar una ventana que antes no estaba allí. Alegre como en un sueño lúcido, la crucé y caí a un patio interior oscuro que me resultaba absolutamente desconocido. Fue un error: sentía la presencia de seres a mi alrededor, acechando, y asustado pegué un salto de unos siete pisos para escapar, agarrándome a una barandilla. Entonces caí en la cuenta de que había salido y no sabía volver y me asoló el miedo y la desesperación, una sensación de soledad y abandono sin límites. Afortunadamente, en ese mismo instante, algo tiró de mí hacia atrás y al segundo estaba sobre mi cuerpo físico, acoplándome de nuevo. Noté que la cabeza no se acoplaba bien, y tuve que realizar esfuerzos para dejarla bien puesta, pues había leído en un libro de Lobsang Rampa que de no acoplarse bien uno, se gana dolores de cabeza todo el día siguiente.

En mi segunda experiencia me atreví a mirar a mi cuerpo dormido, lo cual produce un asombroso terror irracional. Ahí estaba yo, tumbado exactamente en la posición en la que me había dormido, y no era especialmente agradable: mi cuerpo era distinto, más feo, sentía algo extraño y asqueroso en él. En cambio, el cuerpo en el que me hallaba era ligero, liviano, sutil y más inteligente. Una vez más, el terror se apoderó de mí y tras revolotear un rato por el techo, mi cuerpo físico me jaló de vuelta a casa.

.

3. Explicación:

Desde mi experiencia personal y mis lecturas e investigaciones, me parece que todo el asunto puede explicarse como sigue:

1.- Existimos en varios niveles: uno es el nivel físico, otro es el nivel energético (llámese astral, etérico, cuerpo de ensueño, alma o como se quiera).

2.- El sueño implica siempre la salida del cuerpo energético del físico y su interacción en dicho nivel, pero las memorias de lo que sucede se ven condicionadas por nuestro grado de conciencia, y generalmente superponemos fantasías mentales a dicho viaje (sueños típicos o lúcidos, no “objetivos”).

3.- Es posible aumentar el grado de conciencia del fenómeno del sueño en diversos niveles:

- Es posible hacerse consciente del propio cuerpo dormido.

- Es posible sentir al cuerpo energético tratando de salir del físico (parálisis del sueño).

- Es posible sentir al cuerpo energético fuera de uno mismo (la “presencia”).

- Es posible hacerse consciente del momento de la salida y la entrada del cuerpo energético en el físico hasta el punto de controlarlo voluntariamente (desdoblamiento).

- Es posible trasladar la conciencia total al cuerpo energético y observar al físico dormido, inerte.

- Es posible desplazarse e interactuar con el cuerpo energético en un mundo distinto (“viaje astral”).

Hasta aquí puedo leer conforme a mi experiencia personal. Por supuesto, lo que hay escrito sobre estas cuestiones es mucho más, y se puede consultar fácilmente con un rato de cliquear en google, pero, al igual que sucede con todo conocimiento racional, no les servirá de nada si no lo ven por ustedes mismos.

.

4. Consideraciones sobre el hecho de morir (parte especulativa):

Evidentemente, tales conclusiones llevan a plantear el tema de la vida después de la muerte con una intensidad mucho mayor que cuando lo único que se sabe de ello es lo que te dice el cura desde su púlpito.

Se abren aquí innumerables cuestiones sobre qué demonios pasa cuando esa energía que sale del cuerpo, que es consciente y al parecer autónoma, no tiene cuerpo al que volver. Parece claro que los mecanismos por los que desaparece el cuerpo físico no pueden ser igualmente válidos para el cuerpo energético. Pero, ¿cómo muere el cuerpo energético?. Los lamas tibetanos afirman que se queda con el cuerpo físico un tiempo y luego vaga por ahí hasta deshacerse. Howard Y Lee, maestro de Kung-Fu de Castaneda y excelente terapeuta energético, opina que el cuerpo energético tarda unos 500 años en disolverse. Castaneda y Gurdjieff no ponen fecha a ese final, pero ambos afirman que algo mucho más grande que nosotros (el “Águila” o la “Luna”) se lo traga, ya que somos su alimento.

Con ánimo meramente especulativo, basado en lecturas y extrañas experiencias varias, se me ocurre que probablemente la muerte es ir deshaciéndose poco a poco en un universo extraño de colores, formas y seres en el que de vez en cuando llegas a un lugar conocido. Seguramente se va perdiendo la conciencia, envueltos en ese viaje constante, y poco a poco uno se desintegra para formar parte del todo, dado que la conciencia es lo único que puede dar cohesión a nuestra formación energética.

Por eso los brujos, conforme a Castaneda, intentan aumentar su conciencia y desintegrarla y reintegrarla a voluntad en múltiples ocasiones, para ganar experiencia en el hecho de mantenerse unidos y compactos, lo cual les permite no disolverse una vez muertos. Más allá tienen que lidiar con una fuerza suprema: “El Águila”, que los atrae magnéticamente hacia su pico para devorar lo que fueron. El Águila trata de conocerse a si misma, y por ello crea seres que desarrollan conciencia y luego devora dicha conciencia. Si el guerrero tiene suficiente energía/conciencia, el Águila lo deja pasar. Exactamente lo mismo dice Gurdjieff, solo que él habla de “la Luna” como dicha fuerza magnética.

Lo que sí parece claro es que la conciencia es algo potencialmente más amplio que el mero cuerpo físico. Esto implica que la muerte física no tiene por qué ser el final de todo.

Probablemente sea correcto afirmar que la conciencia no crece del cuerpo, sino que más bien el cuerpo físico nace de la conciencia: es proyectado por ella al igual que en un sueño nuestro cuerpo es creado también por nuestra conciencia. Vivir aquí o en un sueño lúcido es, desde esa perspectiva, lo mismo. Nuestra conciencia genera un cuerpo y se desenvuelve con él: el cuerpo es meramente un instrumento de algo mucho más sutil.

Merece la pena, por tanto, descorrer el velo de maya e intentar experimentarse uno mismo tal y como es, en toda su complejidad y grandeza.

.

Sobre cómo realizar un viaje astral y qué es posible encontrar allí, es interesante leer las opiniones del interesante personaje Lobsang Rampa, presentes en esta web:

http://www.mind-surf.net/talleres/lobsang.htm

. .

No olvidar jamás, que al final la muerte siempre triunfa, como deja claro Brueghel en este fantástico cuadro.

lunes, 26 de mayo de 2008

Sueños lúcidos, parte práctica

El presente artículo tratará de presentar la posibilidad al alcance de cualquiera, de vivir una existencia paralela cubierta de posibilidades inimaginables en multitud de distintos mundos sin necesidad de pagar un “Second Life” o un “World of Warcraft” y terminar como Cartman, frente al ordenador, pidiéndole el orinal a su madre a gritos.

La mejor expectativa de la mayor parte de personas al acostarse es tener un buen sueño y no despertar demasiado cansados; en el caso de los mayores, tal vez les baste despertarse al día siguiente. Sin embargo, existe la posibilidad de continuar nuestra existencia dentro de un extravagante mundo en el que no se tiene límite de crédito, responsabilidades, novia, preocupaciones ni se está sometido completamente a algunas leyes de la naturaleza como la gravedad o la muerte física.

Todos soñamos. Incluso quienes dicen no soñar tienen necesariamente que experimentar sueños en medio de las fases REM del sueño, que suelen ser unas once por noche. Es posible medir la actividad del cerebro mediante una resonancia magnética y ello acredita que se está soñando. Simplemente, no se recuerdan los sueños. Otra categoría de personas recuerda algunos sueños, otra más pequeña recuerda muchos o casi todos y otra todavía más pequeña es capaz de cobrar conciencia en ellos y manejarlos para hacer lo que quieran.

La diferencia entre ellos es la única diferencia real posible entre seres humanos: el grado de conciencia. Se puede ser inconsciente del movimiento interno de nuestro ser hasta el punto de ignorar los sueños y se puede ser consciente a tal grado que los sueños dejan de ser sueños y se convierten en lo que Castaneda llamó “ensueños”, o sueños lúcidos. No quiere esto decir que quienes no recuerdan los sueños sean unos inconscientes: simplemente retiran su conciencia de ellos, no les prestan atención alguna por considerarlos remanentes inútiles, basura mental de la que no quieren saber absolutamente nada.

El contrincante de Cartman en el episodio "WoW". Los mundos informáticos virtuales existen para evitar que estas personas interactúen con su medio.

Cualquier persona que se embarque en un camino de autoconocimiento y que realice en él ciertos avances, hallará de interés el análisis de sus sueños. Sin embargo, el camino del psicoanálisis iniciado por Freud y perfeccionado posteriormente por Jung es harto conocido y no se tratará en este post. La intención de quien lucha por soñar lúcido no es necesariamente la de mejorar su autoconocimiento por medio del análisis racionalista posterior de las experiencias vividas. La intención puede ser, simplemente, vivir dichas experiencias y conocer su contenido fenomenológicamente, ahorrándose el enjuiciamiento conforme a un sistema racional inventado por el ser humano y, como tal, inevitablemente imperfecto.

De esta forma, el interés del soñador lúcido tipo suele ser, primariamente, como alcanzar lucidez en un sueño y secundariamente como evitar que esta lucidez se pierda, volviendo al sueño o despertando.

El soñador lúcido “despierta” en medio de su sueño y cobra conciencia de que todo lo que le rodea no es la realidad cotidiana. Dicho en palabras de Castaneda, el soñador lúcido se da primeramente cuenta de que está siendo soñado. En ese momento, la conciencia del ente soñado es sustituida por la conciencia vigil de la persona que duerme. Recuerda que duerme. Lo más sencillo entonces es que dicha persona despierte, pero puede decidir quedarse en el sueño. Si lo hace, probablemente observará su alrededor con una curiosidad infinita. El ambiente de un sueño lúcido, si es mantenido correctamente, es considerablemente más vívido que la realidad cotidiana. Esto puede resultar avasallador para el que se inicia, que verá, oirá, sentirá y olerá más y más cosas de lo que está acostumbrado e incluso puede que se plantee en espacio de pocos segundos varias de las grandes preguntas que nos asolan como especie.

El soñador se agacha y hunde su mano en un charco de barro. Siente la textura rugosa de la tierra, el agua acariciando sus muñecas. Entonces extrae un puñado de tierra y lo mira, están todas las piedrecitas con miles de matices de colores, algunas brillantes, otras suaves. O acaricia una barandilla cubierta de nieve, sintiendo el frío y escuchando los trozos de nieve caer y aplastarse contra el suelo. No solo no hay ninguna diferencia con el mundo de todos los días: es considerablemente más “real” que ese mundo.

Lo habitual es que al principio la experiencia se prolongue unos pocos segundos. Enseguida la imagen comienza a emborronarse hasta desaparecer, y el soñador sigue escuchando la extraña melodía que sonaba y sintiendo la barandilla con nieve en su mano durante unos segundo más, pero sabe que está despertando.

Si se consigue mantener el sueño un poco más, enseguida el soñador se verá enfrentado a su propio ego, que es el que acaba por tomar las riendas del sueño, bien el ego inconsciente, en estado de lucidez limitada, bien el ego consciente, en estado de lucidez completa. Entonces, el soñador tratará de conseguir del sueño aquello que busque: tratará de surcar el cielo volando, de fornicar salvajemente, de viajar a alguna parte, de ver a alguien en particular o lo que sea. Lo más probable es que el principiante, embarcado en tal actividad, pierda la lucidez al poco y el sueño pase a ser un sueño normal, donde su participante desconoce su condición de sueño. Esto es especialmente cierto en el caso de los sueños sexuales, donde mantener la lucidez resulta más difícil que embarcado en otras actividades.

Un soñador más avanzado es capaz de mantener su sueño por medio de la sobriedad. El truco se halla, más que en no hacer determinadas cosas, en no verse envuelto completamente en ellas. Se haga lo que se haga, se ha de tratar de mantener en todo momento una atención general, en lugar de concentrarse en la actividad perdiéndose en ella. Castaneda propone la técnica de las miradas furtivas. Según él, uno debe observar un objeto y cuando éste comience a distorsionarse mirar inmediatamente otro, e ir variando la mirada hasta ser capaz de mantener la conciencia espacio-temporal fija en el ensueño particular. Si esto se realiza correctamente, la impresión final es la de hallarse en un lugar perfectamente real hasta el más mínimo detalle.

Existen diversos grados de lucidez: así, se puede simplemente tener una ligera duda respecto a la realidad del ambiente circundante, o pensar que todo es un sueño salvo el amigo o amiga con el que se está en ese momento... La lucidez puede extenderse a la plena conciencia de que se está en un sueño en varios grados, pero jamás alcanza por completo la conciencia ordinaria, en el sentido de que en un sueño lúcido no parece ser posible sentarse en un banco a recordar tiempos pasados o a hacer planes para el futuro. Esto no puede apetecer al soñador, quien vive una realidad inmediata y no causal donde no tiene sentido dilatar la acción. En ese sentido, la propia naturaleza del sueño empuja al soñador a comportarse en cierto modo como si ya estuviera iluminado, viviendo el eterno presente mediante la acción y disfrutando de su belleza.

Por supuesto, es posible en un sueño lúcido realizar acciones inconcebibles en el mundo de todos los días. La posibilidad más interesante que el que escribe ha explorado es el vuelo y la proyección del cuerpo hacia lugares distantes. Para el vuelo existen múltiples técnicas a gusto del usuario. Personalmente, me funciona particularmente bien una que no es exactamente volar; se trata de desplazarse “asiendose” a objetos distantes (concentrando la atención en ellos) y dejando que me arrastren hacia si; de esta manera se puede alcanzar el pico lejano de una montaña en breves momentos (Castaneda afirma poder hacerlo instantáneamente). También es posible atravesar paredes y ventanas cerradas, transportarse a uno mismo a diferentes lugares, ambientes, hacer desaparecer cosas y personas, formarlas de nuevo... En todo caso, para cada actividad inusual que se emprenda, uno debe estar completamente seguro de que ésta se va a conseguir; una mera duda puede provocar el fracaso.

En realidad era un sueño, ¿no lo sabíais?

Existen numerosas técnicas para provocar el sueño lúcido y otras tantas para mantenerlas. Aquí se va a hablar de las que han resultado útiles a quien les escribe y su entorno.

La mejor situación en la que se puede plantear un ensueño es una noche en la que no haya habido gasto sexual alguno al menos en varias horas y en la que no se haya consumido ningún tipo de droga, especialmente opiáceos o cannabis. El alcohol parece no afectar a la capacidad para soñar lúcido y en ocasiones hasta puede incrementarla. Cualquier droga psicodélica puede asimismo aumentar la probabilidad de un sueño lúcido, en la medida en que dicha droga amplíe la conciencia del usuario.

En segundo lugar es necesario recordarse antes de dormir las intenciones que se tienen. Hay que repetirse mentalmente que uno va a recordar los sueños que tenga, y que cobrará lucidez en ellos. Igualmente es importante apuntar los sueños recordados por la mañana. A efectos de recordar sueños, resulta especialmente útil mantener la posición en la que se despierta. Si uno no salta de la cama inmediatamente, sino que se queda quieto, en la misma posición en la que ha despertado, y comienza a evocar los sueños que ha tenido, desde el último hasta el primero, desde la última escena hasta la primera, en pocos días se podrán recordar 3, 4 y hasta 5 o 6 sueños por noche sin mucho problema. Es imperativo asignar una importancia psicológica esencial al hecho de soñar y al contenido de lo que se sueña. Esto se consigue llevando un diario de sueños con la mayor asiduidad posible.

La posición para dormir parece ser un tema escasamente tratado en los foros especializados, pero una extensa experiencia propia y compartida acredita la conveniencia de que el cuerpo se halle hasta cierto punto incómodo, y de que las pantorrillas se hallen lo más cerca posible de la cabeza. Esto coincide con la doctrina castanediana, según la cual en las pantorrillas existe un importante centro de memoria que al momento de ensoñar debe hallarse cerca de los centros intelectuales. Castaneda explica en “El fuego interno” que los brujos se construyen estructuras especiales de madera para ensoñar, dentro de las cuales se meten apretados. En mi experiencia, basta con dormir con las piernas dobladas para acercar las pantorrillas a la parte superior del tronco, lo que puede conseguirse durmiendo en un sillón o un sofá. La incomodidad física es resaltada también por Lobsang Rampa en su libro “Tú, para siempre” como condición para que algunas personas alcancen el sumun de la lucidez: el viaje astral, que se tratará en otro post.

El tiempo del sueño es también muy importante. La mayor parte de sueños lúcidos se producen en la mañana, y usualmente después de haber despertado una vez por la noche. Una técnica altamente efectiva para conseguir sueños lúcidos es despertarse una o dos horas antes de la hora prevista y permanecer despierto unos minutos (en algunos foros hablan de 45 minutos). A continuación, uno debe volver a dormirse mentalizado para cobrar lucidez.

Una vez se ha descubierto que lo que uno vivencia es un sueño, caben varias técnicas para mantenerse ahí. Conforme a Castaneda, los sueños son un movimiento del punto de encaje perceptual, y la capacidad para mantenerlos tiene que ver con la capacidad para mantener el punto de encaje en una determinada posición, lo cual es el arte supremo del acechador. Así pues, uno debe estar alerta a todo lo que le rodea, incluido si mismo. Es básico no perderse en ninguna actividad. La manera más sencilla de hacer esto es mirando al suelo cuando todo parece desvanecerse y dividiendo la atención, sintiendo, viendo, oyendo, ya se adopte una posición activa o pasiva en el sueño.

Otra forma que se demuestra extraordinariamente efectiva de mantener la lucidez es girar en torno a uno mismo repetidas veces cuando el sueño parece desvanecerse. Esto, sin embargo, tiene el efecto de sacar a uno del sueño en el que se halla y de provocar un falso despertar en su cama. El soñador tiene entonces la opción de comprobar que todo sigue siendo sueño. Si no lo consigue, la lucidez se pierde por completo y el sueño prosigue como un sueño normal. La parte positiva es que resulta posible prolongar la lucidez casi indefinidamente mediante esta técnica, siempre que la sensibilidad interna permita al soñador darse cuenta de que cada despertar es un falso despertar.

Y algunos se preguntarán… todo esto, ¿para qué?. Pues bien, conforme se van teniendo más sueños lúcidos, al cabo del tiempo uno se ve compelido irremediablemente a plantearse muy seriamente el sentido de una existencia ordinaria cubierta de esclavitud, limitaciones y sufrimiento. El perfeccionamiento de la técnica del ensoñador permite al individuo vivir esta mierda de mundo únicamente con objeto de alimentarse bien y poder soñar un mundo de su gusto cada noche, donde no existen límites a la belleza y el placer.

¿Les parece esto una evasión de la realidad?, ¿Sí?, ¿y qué opinan de las ciudades artificiales montadas sobre los cadáveres de los bosques de donde provenimos?, ¿qué opinan de los emails, los coches, los teléfonos móviles, el asfalto, las alcantarillas, la comida preparada…? Como dijo Terence McKenna, “hace ya milenios que vivimos en una realidad virtual”. El soñador lúcido únicamente se propone crear, para sí, una que sea de su gusto.

Este no es un mundo racional, es el mundo de la experiencia.

.

Para inminentes exploradores del maravilloso mundo de los sueños lúcidos que quieran conocer más sobre el particular, visiten: http://www.lucidity.com/

martes, 4 de marzo de 2008

Sobre la educación y la violencia

Conforme al diccionario de la RAE, educar es dirigir, encaminar, doctrinar”. Al parecer la palabra proviene del latín educare (formar, instruir), o educere (guiar, conducir). Conforme a la wikipedia, la educación es “la influencia ordenada y voluntaria ejercida sobre una persona para formarle o desarrollarle”. .

En todos los casos, los componentes son los mismos: un sujeto “A” influye de manera determinante y usualmente irreversible mediante su acción en un sujeto “B”. Tal sujeto “B” es un niño recién nacido, inocente, receptivo, juguetón, y tal sujeto “A”, en cambio, es en la generalidad de los casos alguien no inocente, conocedor del mal, una persona que o bien siente ira hacia otros, o que piensa excesivamente en sí misma, o que es muy temerosa de los demás, o incapaz de levantarse por las mañanas a causa de una depresión, o histérica, o vanidosa, o en constante tensión por los requerimientos de la moral, o adicta al tabaco o al alcohol…

Conforme va siendo educado por estas personas, el niño crece y un día pierde la inocencia. ¿Nadie ve la relación?. ¿A nadie se le ocurre que aquello a lo que llamamos madurar consista fundamentalmente en la pérdida de nuestra humanidad por la influencia de aquéllos que ya la han perdido antes?.

En algunas ocasiones, podemos hallar ejemplos de una educación inocente y objetiva.

Así pues, ¿en qué consisten las virtudes de la educación? Parece que al menos la enseñanza organizada tiene como fin integrar al recién nacido en una realidad moral preexistente, sea cual sea. Si no cumple dicha función, el estudiante se vuelve un marginado en su sociedad, como los cristianos en Roma, los luteranos en Alemania, los indios en México y los fachas en Lavapies... En ese sentido, la educación busca unidad, cohesión social.

Sin embargo, no existe una única realidad moral, sino muchas, y éstas se hallan en tensión. Así, alguien que participa de una visión cultural determinada no puede transmitir otra cosa que eso mismo, y toda creencia determinada, como segmento seccionado de la totalidad, excluye al resto de creencias y por lo tanto genera fricción, violencia.

Dicha violencia podrá ser efectiva (la del fuerte) o pasiva (el resentimiento del débil). Ambas formas consisten en la misma sensación de aislamiento que el ser humano experimenta en su interior y que le lleva a tratar de imponer los contenidos subjetivos de su conciencia sobre los demás para no sentirse solo, por medio de lo que se halle a su disposición: de las armas y las leyes, de la imprenta y el cine o de la mera voz. Ambas formas de violencia proceden del mismo objeto, llamado dominación.

Opino, por tanto, que el problema se halla en la enseñanza misma como institución, que es el pilar fundamental del principio de dominación como imposición de un contenido dual de la conciencia en un ser que nace como una unidad. Cualquier educación está fundamentada por los contenidos de la conciencia del educador, que inevitablemente son duales y, por tanto, seccionan la realidad generando pares de opuestos que el sujeto educado percibirá en términos absolutos, pasando inevitablemente a defender los suyos y a rechazar los ajenos.

La enseñanza (supuestamente objetiva) de una opinión y de su opuesta no soluciona el problema, puesto que el problema se haya en la existencia de la dualidad. El alumno elegirá una de las dos visiones e inmediatamente se posicionará en contra de la otra. La enseñanza de dos o más visiones opuestas genera, por lo tanto, la misma violencia que la enseñanza de una sola.

¿Puede la gran nación humana disolver los defectos internos de su moral renunciando en bloque a educar a sus hijos o necesita educarlos a todos de la misma forma? ¿Infinito o cero absoluto?

La dominación, como fenómeno social, solo se extingue, bien cuando no hay nada que dominar (porque todo es "dominante"), bien cuando no hay nada dominante. Siendo que la educación "es dominación en sí misma", tan sólo cabe utilizarla para liberarse de la dominación si todo ser recibe exactamente la misma. Tenemos un dicho occidental-castellano que define esta problemática en avanzados términos dialécticos: "o follamos todos, o la puta al río". Así, cuando el objeto se vuelve tan grande que lo abarca todo y a todos, deja de ser un objeto y desaparece de la vista. Por esta razón, los contenidos morales en los cuales existe un amplio consenso en una sociedad, ni siquiera suelen ser experimentados como tales (no matar...), y las sociedades homogéneas se mueven en un clima de totalitarismo moral encubierto por la sensación de hallarse en la única verdad posible. No es casual, por tanto, que la entrada de la inmigración pluricultural en occidente coincida con la entrada del relativismo moral como doctrina filosófica.

Este es un ejemplo de inmigración maleducada con una integración exitosa.

Pero dado que tanto la eliminación de la educación como una educación uniforme son ideales matemáticamente improbables en dinámicas sociales de miles de millones de seres pensantes y educantes, la única manera efectiva de librarse de la dominación y, por tanto, de la violencia, es interna: tan sólo cabe "deseducarse" siguiendo el más sabio dicho oriental "todo bajo el cielo", de tal forma que el par de opuestos "dominante"-"dominado" deje de tener sentido y se convierta en una unidad. Sobre dicha deseducación llamó la atención Krishnamurti a lo largo del pasado siglo.

La unidad de la realidad no puede, empero, transmitirse mediante el lenguaje, que es un instrumento muy rudimentario basado en opuestos dualistas. Ni siquiera la palabra unidad deja de ser dual lingüísticamente, pues se opone a "nulidad", "dualidad", "trialidad", etc...

No se puede, por lo tanto, “deseducar a otro” por medio de una educación basada en el lenguaje, y cualquier forma de educación mediante la acción, subjetiva por supuesto, requiere del conocimiento completo del educador de aquello que está transmitiendo, es decir, requiere de personas que ya se hayan “deseducado” antes y que sean capaces de guiar al alumno a través de las penosas influencias del mundo incentivando su propia “deseducación”, que por supuesto no se limita a un tímido “cuestionamiento racional de las cosas”, sino que ha de extenderse a un cuestionamiento de las propias emociones y preferencias y de la percepción ordinaria de todo cuanto nos rodea.

Carentes de una educación emocional y física adecuada y con la mente repleta de ideas dualistas y verdades segmentadas, nuestras sociedades se pueblan de seres incompletos, completamente inmaduros física y emocionalmente y con una desproporcionada y sobrevalorada razón destructiva. El resultado es patente: enfermedad, sufrimiento emocional y violencia.